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lunes, 14 de enero de 2008

EL VIAJE 12.La duna que transforma.

Desde las dunas, algo cambió.

Ahora soporto los “chicos” , “noois”, “nooooiaaas” a la primera hora de la mañana, bien, aguanto bien, voy a dónde me llevan, no pregunto dónde ni cuánto pagaré por la comida u otros avatares del buen rollito de la combina-catalano-marroquí, que por cierto, también fue cambiando.
Ellos, al volver de la noche en jaimas, (carpas grandes hechas con mantas, alfombras o lo que sea) , estaban hechos polvo. Hubo también una baja por enfermedad. Uno menos. Caras demacradas.

Por primera vez, dejaron de hacer bromas y andaban de hombros caídos Eso sí, - fue bárbaro- aseguraron, ojerosos y fritos.

Nosotros, por fin, cenamos solos , en paz, cogimos y nos levantamos super temprano para ir a ver el amanecer con los camellos truchos.

A mí me tocó el bicho iracundo, que en cuanto lo monté, por suerte, se calmó. La joroba, hacía de zafu en un paisaje recortado por los primeros tonos rojizos.

Dos chicos nos llevaban a un punto arenoso donde se congregaron otros más para ver salir al astro.

Estaban los tanos y los españoles que se gritaban sin respeto .Me surgieron instintos asesinos al ver cómo el alcohol había desconectado a algunos humanos de las glorias de la naturaleza. Sentados vimos cómo subía la bola de oro mientras mis dedos de los pies entraban, indiferentes, en fase de congelamiento.

Al volver y bajar de los dromedarios, pasamos la mañana dorándonos y sacándonos capas de ropa hasta convertirlas en montañas.
Más tarde sobrevivimos una vez más al encuentro con los gay scouts hechos una piltrafa y al guía Hassan, que nunca dejó de ser guía, ni en la noche del 31, encontrando siempre modos camuflados para sus comisiones.

Aún no llegó el relato del Hammam al que fuimos hacia el final del 31, después de largas horas de carretera.

El plan era este. Al bajar de las dunas, Hassan había convencido al grupito que no se duchen porque en la otra ciudad había un Hammam. Le esperaban como conejo atontado persiguiendo su zanahoria.

- Son públicos, muy baratos- . Aseguró el guía. A medida que nos acercábamos y yo preguntaba cómo haríamos, porque eran Jordi, 3 gays, los gordos casados , y el estudiante obse de primera año de árabe, el guía y dos choferes.

Obvio que en un baño público, en un país árabe, están los de mujeres, y los de hombres separados, claro. Quedamos que me vendrían a buscar a la salida a mí, (las chicas no vinieron) el de mujeres estaba a la vuelta. Pueblo chico, oscuras calles, de tierra rojiza. Y a los dos minutos el mensaje es, vamos todos juntos al de la vuelta que lo habilitan sólo para nosotros ( el de mujeres ya estaba cerrado y nos lo abrían, salvo el detalle que yo , era mujer, pero hasta antes de desvestirnos nadie reparó en la cuestión, ….o sí…, no sé) Aparecimos los cinco, acostados en calzones, yo . sólo bombacha, en un suelo calentito.

Eran 3 cuartos grandes , sencillos, azulejados, con canillas de agua caliente y baldes. Estaban el señor del Hammam, el guía y los dos choferes, enjabonándonos y masajeándonos a los cinco turistas. Casi sin que nos enteremos cómo ni quién era quién. Parece ser que la diferencia de mi cuerpo femenino justificó largos minutos de más masajes, casi triplicados en tiempo y dedicación del guía con calzones rojos que se hacía el re boludo mientras se sentaba en mi culo y me amasaba la espalda como si fuera lo más natural en el mundo árabe.

Nos daban órdenes.
Comme si, comme ça, para que giremos boca arriba, boca abajo, que pasemos al otro cuarto , donde de pie nos tirábamos los baldes todos juntos.
Con un sonido aterrador , del cuarto contiguo, se oían los golpes, cachetadas, gritos. En los Hammams, todo retumba y la curiosidad llevó a mi mano a mover una cortina y a mis ojos ciegos distinguir al del Hammam haciendo los ruidos con su boca. Y dando palmas con sus manos en los cuerpos de los catalanitos.

Yo, ya entregada, pensaba que eso no podía ser muy normal en una cultura llena de “dont´s”, pero para las mujeres, como lo ponía mi librito, guía en inglés abandonada en unas mezquitas tumbas, por algún turista. “Dont look”, don´t dance in public”, “dont´t show”, “don´t go”. La mujer, básicamente, no puede.
No puede bailar, mirar a los hombres a los ojos, ni vestirse mostrando brazos, piernas, hombros. Ya el cuello es considerado sensual, claro.

-Un mundo lleno de dont’s, afirman las más rebeldes tras el velo.-

Y yo, en pelotas, con mis bragas negras mojadas, en medio de esa cultura bañada en humo.
-Suivant- grita el jefe, que luego descubrí gimnasta.

Los cinco catalanes sentados miraban, ya apaleados. Yo ahí, cumplía la primer orden, que venía con gestos.
Primero, al suelo, masaje a lo bestia tipo peeling, salvaje, luego con cachetones, y luego…el show.
Yo, me dejaba hacer, a pesar del pensamiento de que mis tetas y mi culo no eran habituales, todos hacían como que sí y bien, entré en el juego.

Primera orden, abre las piernas, me tiró hacia delante, con mi cara entre mis talones, me masajeó la espalda, se acostó detrás de mí, me hizo acostarme sobre él , me arqueó con sus rodillas en mi espalda con movimientos bruscos y ritmados. Yo me iba acoplando y nos fuimos entonces enganchando, haciendo una danza.

Me puso boca abajo, me puso en cuatro patas, me agarró de atrás, me arqueó otra vez, y viendo que esta personita respondía, me lanzó hacia atrás en una voltereta que asumí y caí de pie como acróbata rusa. Nos reímos y seguimos el show otro rato demostrando habilidades y acoplándome a sus gestos.

Al salir, felices, el hombre me preguntó si hacía deporte, le dije que yoga. Hubo una pausa, y hubo que explicarle porque le hombre nunca había escuchado la palabra.
Él, super contento. Yo, feliz de haber volado en un baño con un acróbata, mojados, sin gafas. Nadando en el aire, me dejé hacer. Con la mirada orgullosa del Jordi atravesando el vapor con sus pupilas.
Con la energía hiper renovada llegamos listos para recibir la noche del 31.
Reorganicé mis deseos, mi “intento” para el 2008. Lo aclaré en mi cabeza y a las 20.30hs puntuales bajamos para el show Bereber del hotel.
Pues si, turístico, pero fabuloso!

Primero, una entrada enmarcada por antorchas y tambores. Las puertas abiertas al ritmo. Luego la genialidad de los negros haciendo la danza tradicional de los esclavos. Mus castañuelas metálicas, rítmicas, simbolizaban las esposas de los antepasados sufridos, que con pasos cortos por las ataduras bailaban cantaban creaban, como pocos hoy son capaces.
Su trance duró horas, mechadas de tres chicas que bailaban una tímida danza del vientre berebere con unos vestidos tradicionales que les ocultaban el movimiento. Los gay scouts seguían en plan destroyed y criticaban sin parar la música, el show, y por una vez, cuando sí tocaba fiesta, ellos deseaban un silencio imposible. Pasaron la noche malhumorados.

Las chicas dudaban entre divertirse o criticar y Hassan seducía con cara de nada, hasta donde podía. Circuló porro y vino. Busqué mi rakusú. Llamé a mis ex y les dejé mensajes de fin de año. La emoción de vibrar con la ceremonia de la campana que transcurría del otro lado del estrecho, me dio una nostalgia de monja sensiblona. Los muchos años de campo de invierno y su emoción en esos minutos me trasladaron a la habitación donde le hice sampai al ketsumyaku con todos los patriarcas, mis patriarcas, casi pidiéndoles perdón por no estar ahí, y rectificando mi puesto en el linaje.
Aceptando que eran todos hombres, incluso.

Mi intento, iba , y va por aquí…
Aceptación
Tener más tiempo
Continuar con el trabajo como hasta ahora en cuanto a lo fructífero, pero con más tranquilidad.

Volví al show emocionada, con mi misión cumplida, conectando con Pierre, Alga y Bus. Baile un poco. Volví a dejar el rakusú y seguí bailando a ritmo latino la danza Bereber que reclamaba a mamá África.
Distinguí la letra y contacté con ellos, en comunión. El ritmo iba de la mano de los cocineros, camareros, director del hotel y todos. Y los bailarines bereberes, dejaron sus túnicas y se aparecieron vestidos normales con sus labios gruesos sonriendo de oreja a oreja, en unas danzas que hacían de sus culos un juego de hipnosis. Linda fiesta!

Siguió el viaje con ciudades con nombres impronunciables y largas horas para atravesar el Atlas que abraza Marrackesh. Nos recibe lloviendo. Dos días mojados, nórdicos, nebulosos. Los dedicamos a caminarla toda, sin minaretes, ni museos, ni historias.

Al tercer día devoramos el sol que reapareció para mostrarnos una ciudad literalmente abrazada por cadenas montañosas nevadas. En la terraza más alta del café francés no te podías sentar admirando tanta belleza. La batería de la cámara, cansada , decía basta.
Nuestro cuerpo tenía margen gracias al tercer Hammam, sin erotismo, re profesional, que hicimos anoche, eso si, con todos los chiches.

Gastamos los últimos cartuchos pidiendo el más caro, todo incluido, y nos pusieron una pulsera verde fosforescente.
Prometía: Hammam, enjabonado, peeling, masaje relajante con aceite de argán (que luego compramos 7 botellas!) , baño de arcilla…En fin, lo que quieras.
Y ahí nos mandamos la ultima noche listos al recauchutaje total.
No estuvo mal, diría un francés.
Completo, si. Más mecánico.
Esta vez entre mujeres me enarcillaron y me envolvieron en nylon durante largo rato. Antes de venir al viaje vi en una revista una nueva técnica de SM, en la del avión , creo! , donde envuelven al cliente, en un plástico, atado, a punto de ahogarlo, ..y así me sentía. Como poco veo, cada ruido podía ser el próximo paso.
Sonó algo metálico, pero no eran cadenas. Ni me ataron, ni me asfixiaron. Me dejaron ahí sin darme bola, hasta que la que me preguntó si hablaba árabe, me ordenó. – a la douche!. Eso sí, ayudándome a bajar de la camilla de mármol por una escalerita.

Los múltiples masajes nos dejaron suaves, felices. Lo gay scouts nos esperaban para un aperitivo de cervecita y porrito, previo a una cena que rechazamos.
Nos quedamos mirando la nada y aprovechando las vacaciones para un poco más de sexo, hasta el final.

El final es al sol, enorme, de Marrackesh, en la terraza con colchones de RIAD, un té a la menta, semi siesta devorando el calor africano hasta el último minuto.

En un cuarto de hora llegará Hassan.
Los scouts hiper excitados, el Jordi, más que relajado entró en fase beta del sueño con la rapidez que lo caracteriza cada vez que su cuerpo registra el combinado cama- almohada. Ahí sólo ha dos variantes posibles. Dormir o coger. Variantes que pueden comenzar sin dudar con igual velocidad. El aire libre y las últimas cogidas eran claro indicio de que el camino alfa-beta etc. del sueño, eran el sendero correcto.

El té, seguía en la tetera.

El sol, nunca se había expandido tanto.

Todo era brillo.

Las motos sonaban a lo lejos y los pajaritos de las terrazas, bailando entre antenas y palmeras, se despedían.

Hasta pronto, Africa.

Nos volveremos a ver!

Fue lo último que puse con lágrimas por todas partes.

1 comentario:

Penedictor dijo...

Me encantan los relatos, prometo leer más de estos aquí.

Suerte.