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martes, 5 de marzo de 2013

PIEL DIVINA


 

PIEL DIVINA

 

 

Al fin. Soledad. Mar.

Querido Hugo: He vivido un torbellino sexual, que como suele ocurrir cada vez que una pretende separar lo sexual de lo demás, se te va de las manos. Lo curioso es que recién me avivo ahora: me enamoré, un poco, sin darme cuenta.

Comenzó el año pasado, algo te había dicho, una fiesta, reproches, confesiones, de esas que una sólo lanza borracha, sin pensar, y acabé arrastrada de la mano, atravesando un arrollo, con tacones altísimos, entrando en su carpa minúscula, llena de lucecitas de colores.

Allí fue donde me hipnotizó por primera vez.

Te re cogió, me dirás. Si, te contestaré, pero sin dejar de mirarme a los ojos.

Ambos alucinados. Hacía más de 10 años que nos conocíamos y yo ni me había imaginado la escena. El, parece que sí, que ya me había soñado, fantaseado, visto. Pero nunca me dio ningún indicio.

Él, un Don Juan, un seductor, pero también tímido. Chileno. Músico. Un sudamericano, como dirían acá, como yo. Un romántico y un zarpado también. Un peligro, digamos.

La cuestión es que después de devorarnos, asombradísimos, degustarnos, impresionarnos…..Después de eso…lo dejé en el freezer durante un año.

Mi parte práctica, judaica, dura, un poco soldadesca, me permite hacer esas cosas.

Un año. Out.

Pero volvió el campo de verano. Con su energía explosiva, sobrenatural, los bosques mágicos, las fiestas dionisíacas, y toda la belleza de la naturaleza a nuestros pies.

Y, dicho y hecho, en la primera fiesta, los últimos que quedábamos, rodeando un fueguito, yo me helaba con mi vestidito sexy, él , bello, con una espalda que se me acercaba pidiendo ser tocada y con su linterna ya puesta en la frente amagando con irse. Pero la espalda le ganó a la linterna, y salió fuego de mis yemas al primer contacto. No lo pude soltar más. Me siguió hipnotizando. Haciéndome el amor mirándome a los ojos, e invitándome a estar ahí, hiper presente, más que nunca. Embelesados, impactados, nos fuimos dejando llevar todo el mes. En su carpa de abajo, al lado del arrollo, o en la mía en lo alto de la montaña, en medio del bosque, difícil de encontrar.

Pero no fue un mes de navegación serena. Y conociéndome, ya te imaginarás las tormentas. Entre sudacas fogosos parece que las travesías no pueden ir en calma. Y aunque manteníamos artilugios diversos para mantener la relación secreta, pasaban cosas.

Segunda fiesta: Energía hiper explosiva a punto de expresarse en el baile de esa noche, con las estrellas. Todo joya.

Pero no. Llegó ella. La ex. Re típico, ya sé. Siempre los ex tienen la virtud de cagar los mejores momentos.

Estos ex que con su sola presencia ya te dicen: ojo, que no soy tan ex.

Y el tío va y me manda algo así como: -En esta fiesta mejor, distancia, que no quiero que se moleste. Mejor cada uno por su lado.

O sea, la tía me arruinaba todo, y él lo permitía. Me decía desde un rincón oscuro, detrás de la cocina, casi escondido, me hablaba con sus manos y decía -quédate lejos- .

Me relegaba a segundo plano porque a la tipa se le ocurrió venir justo a vigilar. Y así quedaba yo, difuminada de pronto, confiscada al margen de la hoja.

Para colmo, otra de sus amantes celosas, amantes por ponerle un nombre, porque era una de estas histéricas que no coge pero que forma parte de sus mujeres tetonas y lo rodean y disfrutan mostrando sus grandes pechos todo el rato…

Resultado, que esta va y me dice….-pero recién te das cuenta cariño….?, recién te enteras…? Casi con tono cómplice…No lo conoces a Rulo? (llamémosle aquí Rulo)

O sea, él , un Don Juan. Yo, la boluda en segundo plano.

Como definición para una fiesta explosiva no era de lo más feliz.

Decidí  revertirla.

Querido Hugo, a esta altura, ya estarás ansioso por la parte erótica del relato que no llega, imaginando que desastre puedo haber hecho esa noche.

Seduje al Rubio.

Con el Rubio hacía tiempo que jugueteaba, tibiamente, casi naive. Pero yo estaba más que lista. Invité, bailé y provoqué al canadiense en medio de una danza enfervorizada. Y ahí mismo le mando a Rulo: yo soy peor que vos. Lento, vocalizado, despacio, claro. Lo dejo caer, preciso, visible.

El Rubio enganchó.

La ex a los cuatro días se fue.

Y después de encontrarnos en una conversación apasionada en un bosque vecino, nos amigamos con Rulo.

Así siguió el verano. No podía dejar al Rubio abandonado sólo porque la ex de Rulo se había ido, así que seguí con los dos.

Rubio, nórdico, ojos celestes, cuerpo de leñador, decidido, de estos que no muestran su inseguridad. Con un samurai tatuado en toda la espalda. Sensible sin querer. Simple. De pocas palabras. Rígido. Básico, pero con una sonrisa re tierna.

Rulo, al revés, es como uno. Misma historia, mismo estilo. Medio groncho, de rioba, un pibe calentorro, con códigos similares. Y aún así, aún siendo tan familiar, me mató, me sorprendió, me enseñó a amar, a reírme con él. Me alucinó el pibe.

Y una noche en que intentábamos salir de la carpa para hacer pis, va y me dice – Yo podría enamorarme de ti- todo en condicional, claro….De pronto. Aparecía de golpe la palabra enamorar en medio de ese ambiente rocambolesco. Me desconcertó.

Al otro día le pedía que no diga esas cosas.

No lo entendí. No me llegó. No dejaba que me llegue.

Y no sólo eso. A la mayoría de los halagos los mantenía lejos. Sin dejar que me toquen, que se acerquen.

A veces lo hago todavía.

No me los creo y así sigo mi vida.

Pero la cosa se descarriló.

Llegaba el final y empezábamos a dormir juntos para despedirnos. La pre despedida. La despedida oficial. La post despedida.

Afirmé que la cosa se acabaría en Barcelona. Y a los días de llegar ya moría por verlo.

Visité su casa, y nos despedimos otra vez sin palabras, sin decirnos nada, nos amamos con los ojos, nos comimos cada centímetro.

Rulo puede pasarse horas follando, la noche entera, si la tuviéramos. Y encajamos  perfecto, en tamaño, energías, ganas.

Qué desperdicio…! Diría yo….Y vos? Ya sé, te estás cagando de la risa, Hugo.

Te la sigo.

 

Por supuesto que los maridos, y las mujeres, para ustedes, son siempre los más intuitivos del mundo, todo lo saben desde antes que ocurra.

Negué y negué hasta que Jordi me hizo confesar como Juana De Arco. En la Hoguera. Sosteniendo que tenía datos, fuentes fiables, certezas absolutas. Mentira.

Sólo confesé una vez. Le dije que estuve con Rulo una vez.

 

Y ayer se encontró con él.

No, si la historia es surrealista, Hugo. No te pensarías que el Jordi se iba a quedar de brazos cruzados. Eso no. Pero con todo lo que hemos vivido, y que vos sabés, participaste, viste, joder! el tío ya se está pasando mil pueblos, como se dice acá.

Se encontraban a las 18hs. Yo temblaba en la calle.

Luego yo vería a Rulo. Después.

Me llamó a las 19.15hs. Nos encontramos en una esquina del barrio gótico. Caminamos por lugares atiborrados. Él decía atormentado que acababa de estar con mi marido, no paraba de hablar, relataba, decía que no podía ser tan cínico, que no podía ser. Yo caminaba mirando el suelo. No me lo esperaba. Me iba desmoronando por dentro.

Su lógica, la lógica era intachable, incuestionable.

Qué es más fuerte, me preguntaba cuando iba al encuentro, su dolor o nuestra pasión?

 

Nos metimos en el primer bar horrible que encontramos. Se me caían las lágrimas. Me daba cuenta que me había enamorado, un poco, como lo dije. No paré de llorar, de mirar sus ojos brillosos, su boca que no paraba de explicar, y de pronto paraba, sonreía, casi sin creerse él mismo la lógica que iba desgranando, y dejaba entrever una grieta en sus labios que pensaban….-esto, cómo lo puedo estar diciendo? Y mezclaba con frases románticas, y otras que no podían ser, como que no teníamos proyección, y cosas así. Y en esas mezcolanzas yo le mandé que no lo veía, no lo podía ver como novio, y va y me suelta, que porqué no, qué él si me veía…No, el diálogo era delirante. Ibamos para atrás y adelante. El me decía basta, mientras me decía que me amaba. Yo lloraba sin parar, sollozaba y le decía…-cómo voy a vivir sin tus besos-. Y en ése bar horrible, medio panadería, sonaba increíblemente Pink Floyd. Es que con Rulo cada momento que vivimos fue novelesco. Siempre pasó algo.

 

Si, claro que también tuvimos noches enteras. Compartidas en mi bosque. Aunque no puedo decir que fueran de paz. Siempre pasaban cosas. Pasiones en movimiento…un nuevo gesto, algo diferente. Una noche, nos reímos tanto que nos dolían las tripas.

 

Llegamos a la boca del metro caminando por las Ramblas. Era su metro, nos abrazamos, nos besamos con el corazón desecho, poco, suave, con miedo a ser vistos. Y al final le dije, …-vete. Todo era así, te juro, tipo telenovela venezolana.

Me fui, caminando con la cara entre las manos. Aproveche el semáforo para llorar tranquila. Y al caminar, parece que era tanto que una señora con cara de preocupadísima me detuvo preguntándome si estaba bien. A los doscientos metros empiezo a bajar la escalera y ya me ahogaba, no podía ni respiar. Ahí, me dí cuenta. Paré e intenté respirar más normal. Al sentarme, me desmoroné en el vagón.

 

Le había dicho a Rulo, lloraré un día entero, me moriré y resucitaré.

Ahora, trato de resucitar.

Tengo tristeza, grande.

Rabia. Me dejaron sin alas.

Voy recuperando mi cuerpo. No mi casa compartida, algo todavía ajena.

Necesito mis espacios que no alcanzo a encontrar.

Y Piel Divina, Rulo, se me escapa entre los dedos. Lo pierdo.

Se me hunde el alma

No resucito aún.

Queríamos un relato erótico Hugo, sensual, y se me está escapando el corazón por la piel. Puta madre.

Cuando una menos se lo espera, ocurre.

Así fue. Y así es ahora.

Las lágrimas aparecen cada vez que lo pienso.

Igual la vida sigue.

Cómo? Aún no sé.

Recurriré a mi lado fuerte para rearmarme, recuperar mi casa, mi vida, mi cuerpo que ahora es otro, y probablemente mi pareja, cuando se me vaya la rabia.

Parece triste. Patético, incluso.

Cómo sigue?

No sé.

Por suerte es verano. Tengo el mar delante. Y mañana a las 7.00hs am, zazen.

Así es.

Yo qué se, dicho con acento argentino, como a él le gusta y le hace reír.

Así , pues, Hugo, los detalles eróticos están tan teñidos del rojo de su carpa, del verde de la mía, de las noches estrelladas, o tapadas por los pinos, de escondites para subir por caminos escarpados, de linternas , de miradas y voces suaves, de cabalgatas eternas y frases curiosas como – estoy encantado de conocerte- dichas en todo momento, de besos como llenos de dulce de leche, blandos, larguísimos, de descubrimientos constantes, de adoración por follar y follar de ambos, de ojos brillosos en la oscuridad, de mejillas acariciando su sexo, como para grabarlo, mantenerlo, saborearlo con toda la cara.

No end.