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lunes, 14 de enero de 2008

EL VIAJE. 6. Los escoltas catalans

Al cuarto día del viaje tuvimos que incorporarnos al grupo de los catalanes gritones.

Ellos habían aterrizado ayer.
Estaban hiper excitados. Nosotros, re tranquis.
Nos veíamos invadidos de golpe por el barça mezclado con un olvidado idioma español y un francés poco aprendido...que daba pena.

El boludo que aullaba atrás mío, acababa todas sus frases con Hassan, eh Hassan, para hacerse el simpático con el guía autóctono.

Jordi me amenaza con cancherear con lo del Hammam. Yo, con hacerme la silenciosa como mínimo por dos días. Por una vez, me alegré de ser argentina.
Entiendes el catalán? Fue la frase de saludo del grupito simpático al detectar un acento viciado.
Ahora, resulta que no hablaremos más ni en francés ni mucho menos en español (vade retro Satanás!) sino, que volveremos a la lengua oficial catalana en plena tierra marroquí!. Contenta la normalització lingüística, no?

Pero el problema real no era la lengua, sino el vo lu men.

La onda "escoltas catalans" me daba cierto repeluz. Escoltas, aclaro, son los conocidos mundialmente como boy scouts, pero en la catalunya progre, izquierdosa, se convertían en “escoltas” laicos y mixtos, algo así como un Kinder club judío, pero sin judíos, ni líderes rubitos pecosos.
Los escoltas catalans, impregnaban sin darte cuenta, la mayoría de las instituciones barcelonesas.

Tenían, o tienen, (lo que es peor), tres reglas de oro: La primera y básica: el buen rollito. La segunda y fundamental, todo hay que hacerlo siempre juntos ( con mayúsculas!) . Y la tercera, consistía en hacer un pozo común con la guita, sin cuestionamientos, y que todos llamaban con dulzura melosa: “ el bote”.

Si bien nunca simpaticé en extremo con los scouts, por eso de que eran católicos y medios raros, algo así como hare krishnas infantiles y de verde militar. Con los escoltas, ya era trágico.
Porque se camuflaban vistiéndose de civil, aunque el acento los deschavara. Decían, sin cesar, palabras como “chicos”, “nois”, “noias”, o sea, en plan grupejo infantil, ¡siendo todos cuarentones…!

Aaggghhh!. En realidad, si miro bien, seguro que soy la más vieja, pero re-seguro.
En Europa, especialmente en España, que la incluyo, por supuesto, la gente suele tener como cinco años más de lo que parece y pertenecen a una generación retrasada. Me refiero al desfazaje generacional. Sus madres son todas amas de casa, sin excepción. Casi todos fueron a colegios de curas y vivieron reprimidos. Se independizaron demasiada tarde para poder coger tranquilos en posición horizontal, y por tanto, pasaron años y años escondiendo su sexo en autitos imposibles de transformar en camas. Desesperante!

Me debatía pues, entre el norte de África, origen del bisabuelo, y los escoltas catalans, mientras viajábamos en minibús a la tierra de un tal "Boludilis."

Que aunque era con V, Volubilis, resultó ser bastante boludilis porque le tiraron la casa a la mierda en un plis plas!. Que boludilis! Él, o nosotros? Que encima veníamos a ver la casa caída y pagábamos entrada para gozar de las famosas “Ruinas de Boludilis”.

La enfermedad de Jordi se volvió más grave. Ahora parece que no era culpa de su padre psicópata, sino de una sinusitis infantil nunca curada, o un virus misterioso, o doble insolación.

El tipo entró en fase introspectiva durmiendo todas las horas que no duerme en el año, para compensar, y comiendo poco y nada. En definitiva, esos períodos fantasmagóricos de los maridos, de los hombres, que una , con cuatro convivencias a cuestas, ya conoce tan bien, pero que poco le encajan al incansable Jordi. Mi teoría es más básica: el tabaco.

Ahora él se enfrasca en un libro mientras los escoltas catalans se apuran a sacarse las lagañas de sus trasnochadas. Yo, hace doce horas que permanezco en la habitación , con la única excepción del desayuno de hoy, y la verdad, no creo que me moleste mucho. Una mujer no puede ir sola en esta parte del mundo. Menos, de noche. Prohibidísimo. Y nunca jamás, entrar a comer!

Así que me conformé con un trozo de chocolate navideño mientras me hundía en la bañera, Jordi tiritaba de fiebre y los escoltar nos telefoneaban para salir a cenar.

El caso es que más que scouts resultaron ser tres parejas de homosexuales con ganas de marcha.

Unos, casados pero viviendo en distintas ciudades. Otros, de novios, o eso aparentaban. Y , las otras, las típicas amigas que viajan siempre juntas , se sacan todas las fotos pegaditas, pero , no asumen su atracción. Los seis se morían por conseguir porro marroquí , pero Hassan no daba el brazo a torcer.

Por ahora sólo sé que el que hablaba fuerte, y con orgullo asumido, contó que estaba casado con el de al lado, y que venía de una familia de gitanos tradicionales y pasó el viaje de regreso de Boludilis detallando la boda truncada de su hermana y detallando cómo el clan gitano casi lo mata cuando ella huyó en un taxi, escapándose de la familia del susodicho comprometido. Su relato coincidía con las penas de las mujeres marroquíes y sus comprobaciones de hímenes intactos, virginidades forzadas, hombres desesperados, casamientos apurados, gitanos y norafricanos igualitos en sus pormenores increíbles. Eso hoy, lo viven mujeres y hombres luchando por la virginidad a muerte, la de ella, claro!

Hay que decir, volviendo al retorno de Boludilis, que la visita no estuvo mal. Boludilis era una ciudad de lujo lujo, en la que los tanos, perdón, romanos, construyeron cuartos con suelos dibujados en azulejos, (tipo alfombras, pero reales) ,solariums, piscinas, pero no para nadar, sino para tomar sol con agüita, como las de los niños. Los tanos estos, se dedicaban exclusivamente a gozar del sol, comer, vomitar para seguir comiendo, y coger. No eran boludos los tanos. No, boludos no.

Alguno haría de arquitecto y otro de capataz para ir matando por tandas a los esclavos negros, estos sí africanos-africanos, que les traían piedras y mármoles gigantes de re lejos para construir Boludilis, donde los romanos vacacionaban eternamente!

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