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lunes, 14 de enero de 2008

EL VIAJE 9. Los gay scouts

Los gay scouts surfeaban entre comilonas, botellones, y fumatas.
Al otro día intentar salir puntuales era una fantasía imposible.

- Que no se quién ha debido desmontar la maleta porque no encuentra la pasta-
mandaba uno haciéndose el despierto .

- No sé qué quién volvió a subir porque cree que se dejó las gafas-

Y así seguían.

Cualquier acto semi adulto pasaba a ser fantasía obsesiva, así que decidí enfrascarme en mis notas y mis libros mientras ellos se intoxicaba al aire libre con tabaco.

Mi humor se iba volviendo más amargo, mientras los del grupito español disfrutaban del ritual introyectado de hacer TODO juntos.

Es decir, este turismo, además de gastronómico, implica ir de vacaciones con una gente que acababas de conocer, para pasar diez días, pegoteados a tope!

Traduzco textual: desayunar juntos, ir en los coches juntos, hacer las visitas que toquen, comer , seguir haciendo visitas, ó coche, según el tramo del viaje, luego cafecitos múltiples juntos, cervecitas, aceitunitas, aperitivo juntos y cena juntos.

Es que me parece que las vacaciones con mi familiar de origen o con los del zen me daba, aparte de ya conocernos y querernos, mil veces más margen de libertad que esta asfixia españolizada.

El primer día, usando no me acuerdo que excusa, les dije que era anarquista, entonces ya podían esperarse, aunque no creo que imaginarse, que mientras todos comieran yo me iría sola a caminar o hablar con la gente, o mientras tomen sus cervecitas en tierra de abstemios (tengamos en cuenta que allá no se bebe alcohol) yo me encerraría en el silencio de mi libro sobre la gente de Marruecos y en la paz de no oír voces que ríen en catalán después de finalizada cada puta frase.

Y lo peor, recordemos el famoso pozo común, el bote.
Pues me ví incluida sin saberlo. O sea, que encima de estar de mal humor, mientras caminaba mordisqueando una galleta, en calles polvorientas, subvencionaba comilonas catalanas.

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