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domingo, 15 de febrero de 2009

EL FACEBOOK DE LOS COJONES! Capítulo 3. Mario Jaidar.

¡EL FACEBOOK DE LOS COJONES!

¡Me catapultó al pasado!

Capítulo 3. Mario Jaidar.

Caminábamos pegadas a las paredes para que no se nos vea el culo. Cuando la pared se acababa, veíamos como seguir andando hasta la siguiente. Y muy especialmente el día de la fiesta del fin de viaje de egresados del primario, en una playita chota de la costa con dos madres gordas que vinieron para vigilarnos.
Y él representaba esa salvajada sexópata, tan normal.Doce años teníamos!
Y los pibes, los reyes del mambo, tenían sus códigos, sus secretos, sus mujeres. Nosotras éramos como tontas, aunque inteligentes. Nos decían que íbamos a hacer “franeleo artístico” cuando contábamos que a la mañana, en turno contrario al colegio, íbamos al Lavardén, y hacíamos expresión corporal con música de Floyd en el instituto vocacional de arte infantil, conocido como IVA, en ese entonces.

Pero los compañeritos del primario tenían una vida más terrestre, más de rioba, más cruda. Resulta que a pesar de que a las judías les decían rusas, despectivamente, y eso corriendo en el patio…rusa! rusa!…un horror! yo siempre zafé con eso de ser medio negrita, y quién iba a tildarme de rusa, de judía, aunque tuviera apellido polaco?! La negrura me salvaba. Menos, añares más tarde, cuando un novio pochoclero indio re indio, me llamaba Rusita, eso sí, cariñosamente. Pero el pochoclero, que terminó medio loco evangelista, ya daría lugar a otro capítulo. Y ni lo puedo buscar en el face porque no sé como se llamaba….Eduardo, no sé qué. Era, un enamorado de dios, que sonreía, con una belleza salvaje y se le caían las lágrimas. Un demente. En fin, yo me enganchaba con todos los corazones abiertos, será porque el mío palpitaba y los detectaba, los olía, los magnetizaba. Qué desastre!
Ellos tenían un lugar secreto, prohibido a las mujeres. Bueno, a algunas mujeres. Sólo entraban dos chicas: las putas oficiales. Nenas! De once y doce!Y como una de ellas ya estaba desarrollada y con caderas. Un día le pregunté a uno que porque tenía ese culo y aseveraban con certeza científica que era de tanto coger! Eso no se cuestionaba.

El baldío quedaba a la vuelta de la escuela. Y como yo era una nena buena, decidieron mostrármelo. Y era buena, porque entre otras cosas, cuando fue el cumple de 12 de Mario Jaidar, al llegar, noté que no había mujeres y que yo era la única chica. No era raro. Marito era el salvaje número uno. Era malo, feo, y tenía una boca tan grande que parecía que te iba a comer! Pero al mismo tiempo era bueno, dulce. En fin, un pibito! Y cómo no ibas a ir! Yo los quería. Lo quería. Y gracias a mi cariño decidieron darme el privilegio de su mundo privado.
Me llevaban como si fuera a la guerra. Abrieron una puertita verde oscura de esas de lata que tienen los terrenos baldíos, y ahí estaba el mundo del sexo, vacío, con montañas que no querían hablar ni decir lo que habían visto. Subimos a una de esas lomas, con cuidado, sintiendo el peligro, esperando saber qué había ahí. Y como era tan secreto no se podía ni mencionar. Sólo apareció un colchón por ahí abandonado entre las ruinas, que parece ser que era donde tenían lugar los encuentros con la pibita oficialmente puta, que además iba a nuestra misma escuela y era más chica que yo. Como si la pibita fuese de otro planeta, no sé. Como si no fuese humana, era puta y ya está. A los once! Joder!

Yo miraba, esperando que alguien cuente algo, y me explicaron que desde esa montaña, hacían concursos de pajas a ver quién la tiraba más lejos. Re natural, sin vergüenza, ni nada. Y como era natural y yo a duras penas imaginaba sus pajas, también lo tomaba natural. Lo bueno era el privilegio era haber estado ahí. Traspasado la puerta.
Y resulta que nuestra escuelita primaria tenía fama de ser buenísima porque la directora era del PC.

Entonces, por la mañana, para aprovechar el día, obvio, se llenaba de intelectuales de clase media y clase media alta de Belgrano, y por la tarde era otra película. Venían los pibes del barrio, de las villas de al lado, del club Atlanta. Y ese fue mi mundo. Re normal.
Tan heavy fue que cuando entramos al secundario, con mi amiga la Chista, no entendíamos nada! Esta si que era rusa en serio. La Chista y yo ibamos juntas a todas partes desde los tres años. Un fenómeno. Se la re bancaba la de rusa, y cuidadito con acercarte porque te daba con algo.
Cuando entramos al secundario tuvimos que hacernos las boludas porque nuestras compañeritas no habían llegado ni al beso, y nosotras ya traspasábamos todas la barreras!

Pero la Chista no se comía ninguna. A los pocos años, cuando coger ya iba siendo permitido, la Chista se daba unos lujos bestiales! Ella iba siempre dormida porque en el turno contrario al colegio hacía Bellas Artes, para aprovechar el tiempo, ser mejor, y esas cosas que pensaban algunas madres de entonces y de ahora.Pero la Chista en lugar de aprovecharlo, dormía. En esa época encontrarla despierta era raro. Siempre que podía estaba echándose una siesta, a cualquier hora y en cualquier lugar. Era tan heavy y práctica La Chista, eso hay que decirlo, que tenía un novio con el que iban a un telo que quedaba a dos cuadras de la escuela, y encima, en la misma calle que te llevaba del colectivo a la puerta de la escuela. Cuando todos veníamos enfilados, peinados, bañados, se aparecía ella saliendo del tugurio de luces rojas sin saber si llegaría a abrocharse los botones antes de entrar a la fila y tomar con el brazo la obligada distancia.El San Martín abría sus puertas a las 8, digamos, y la Chista ocho menos diez salía bostezando sin ningún problema y casi vistiéndose delante de todo el mundo con Marianito Poggi, su novio pendejo, dogadicto pero de ojos claros, al que arrastraba a clase para que tenga un futuro pasable. Un fenómeno La Chista.

Tengo que decir que yo también sorprendía con algunas sexopatadas, herencia de Marito y el Provincia del Chubut. Cuna de músicos, escritores, cineastas, cantautores, actores, productores. Por supuesto, del turno mañana.

Del turno tarde nunca se supo, pocos fueron al secundario, algunos se estrellaron con la vida, otros murieron de sobredosis, otros se dedicaron a negocios tan lúgubres que prefiero no saber.
Sin embargo...Dios mío, Marito, te veo en el face, vivo, con el pelo largo como el pochoclero, con mujer y dos hijos divinos. Con una foto que parece que hubiera pasado una locomotora por encima de tu vida.

Pero lindo, che, qué lindo te veo!

Y, para mi sorpresa, el Mario Jaidar heavy de la escuelita primaria, no me habla de sexo sino de política.

Marito guapo, con ojos verdes como faroles, dialoga como si no hiciera TREINTA Y DOS AÑOS que nos vimos por última vez.

1 comentario:

gabriela dijo...

Me encanto!!!y guarda que no se puede ser la verdadera rusita si no se tiene a la Gran Negra a tu lado!!!.
A Mariano le quedaron solo los ojos claros muy empañados y a mi, mi compañero actual me dice rusita cariñosamente.
Gracias por tu relato.
Te quiere siempre.
La chista.