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martes, 5 de marzo de 2013

PIEL DIVINA


 

PIEL DIVINA

 

 

Al fin. Soledad. Mar.

Querido Hugo: He vivido un torbellino sexual, que como suele ocurrir cada vez que una pretende separar lo sexual de lo demás, se te va de las manos. Lo curioso es que recién me avivo ahora: me enamoré, un poco, sin darme cuenta.

Comenzó el año pasado, algo te había dicho, una fiesta, reproches, confesiones, de esas que una sólo lanza borracha, sin pensar, y acabé arrastrada de la mano, atravesando un arrollo, con tacones altísimos, entrando en su carpa minúscula, llena de lucecitas de colores.

Allí fue donde me hipnotizó por primera vez.

Te re cogió, me dirás. Si, te contestaré, pero sin dejar de mirarme a los ojos.

Ambos alucinados. Hacía más de 10 años que nos conocíamos y yo ni me había imaginado la escena. El, parece que sí, que ya me había soñado, fantaseado, visto. Pero nunca me dio ningún indicio.

Él, un Don Juan, un seductor, pero también tímido. Chileno. Músico. Un sudamericano, como dirían acá, como yo. Un romántico y un zarpado también. Un peligro, digamos.

La cuestión es que después de devorarnos, asombradísimos, degustarnos, impresionarnos…..Después de eso…lo dejé en el freezer durante un año.

Mi parte práctica, judaica, dura, un poco soldadesca, me permite hacer esas cosas.

Un año. Out.

Pero volvió el campo de verano. Con su energía explosiva, sobrenatural, los bosques mágicos, las fiestas dionisíacas, y toda la belleza de la naturaleza a nuestros pies.

Y, dicho y hecho, en la primera fiesta, los últimos que quedábamos, rodeando un fueguito, yo me helaba con mi vestidito sexy, él , bello, con una espalda que se me acercaba pidiendo ser tocada y con su linterna ya puesta en la frente amagando con irse. Pero la espalda le ganó a la linterna, y salió fuego de mis yemas al primer contacto. No lo pude soltar más. Me siguió hipnotizando. Haciéndome el amor mirándome a los ojos, e invitándome a estar ahí, hiper presente, más que nunca. Embelesados, impactados, nos fuimos dejando llevar todo el mes. En su carpa de abajo, al lado del arrollo, o en la mía en lo alto de la montaña, en medio del bosque, difícil de encontrar.

Pero no fue un mes de navegación serena. Y conociéndome, ya te imaginarás las tormentas. Entre sudacas fogosos parece que las travesías no pueden ir en calma. Y aunque manteníamos artilugios diversos para mantener la relación secreta, pasaban cosas.

Segunda fiesta: Energía hiper explosiva a punto de expresarse en el baile de esa noche, con las estrellas. Todo joya.

Pero no. Llegó ella. La ex. Re típico, ya sé. Siempre los ex tienen la virtud de cagar los mejores momentos.

Estos ex que con su sola presencia ya te dicen: ojo, que no soy tan ex.

Y el tío va y me manda algo así como: -En esta fiesta mejor, distancia, que no quiero que se moleste. Mejor cada uno por su lado.

O sea, la tía me arruinaba todo, y él lo permitía. Me decía desde un rincón oscuro, detrás de la cocina, casi escondido, me hablaba con sus manos y decía -quédate lejos- .

Me relegaba a segundo plano porque a la tipa se le ocurrió venir justo a vigilar. Y así quedaba yo, difuminada de pronto, confiscada al margen de la hoja.

Para colmo, otra de sus amantes celosas, amantes por ponerle un nombre, porque era una de estas histéricas que no coge pero que forma parte de sus mujeres tetonas y lo rodean y disfrutan mostrando sus grandes pechos todo el rato…

Resultado, que esta va y me dice….-pero recién te das cuenta cariño….?, recién te enteras…? Casi con tono cómplice…No lo conoces a Rulo? (llamémosle aquí Rulo)

O sea, él , un Don Juan. Yo, la boluda en segundo plano.

Como definición para una fiesta explosiva no era de lo más feliz.

Decidí  revertirla.

Querido Hugo, a esta altura, ya estarás ansioso por la parte erótica del relato que no llega, imaginando que desastre puedo haber hecho esa noche.

Seduje al Rubio.

Con el Rubio hacía tiempo que jugueteaba, tibiamente, casi naive. Pero yo estaba más que lista. Invité, bailé y provoqué al canadiense en medio de una danza enfervorizada. Y ahí mismo le mando a Rulo: yo soy peor que vos. Lento, vocalizado, despacio, claro. Lo dejo caer, preciso, visible.

El Rubio enganchó.

La ex a los cuatro días se fue.

Y después de encontrarnos en una conversación apasionada en un bosque vecino, nos amigamos con Rulo.

Así siguió el verano. No podía dejar al Rubio abandonado sólo porque la ex de Rulo se había ido, así que seguí con los dos.

Rubio, nórdico, ojos celestes, cuerpo de leñador, decidido, de estos que no muestran su inseguridad. Con un samurai tatuado en toda la espalda. Sensible sin querer. Simple. De pocas palabras. Rígido. Básico, pero con una sonrisa re tierna.

Rulo, al revés, es como uno. Misma historia, mismo estilo. Medio groncho, de rioba, un pibe calentorro, con códigos similares. Y aún así, aún siendo tan familiar, me mató, me sorprendió, me enseñó a amar, a reírme con él. Me alucinó el pibe.

Y una noche en que intentábamos salir de la carpa para hacer pis, va y me dice – Yo podría enamorarme de ti- todo en condicional, claro….De pronto. Aparecía de golpe la palabra enamorar en medio de ese ambiente rocambolesco. Me desconcertó.

Al otro día le pedía que no diga esas cosas.

No lo entendí. No me llegó. No dejaba que me llegue.

Y no sólo eso. A la mayoría de los halagos los mantenía lejos. Sin dejar que me toquen, que se acerquen.

A veces lo hago todavía.

No me los creo y así sigo mi vida.

Pero la cosa se descarriló.

Llegaba el final y empezábamos a dormir juntos para despedirnos. La pre despedida. La despedida oficial. La post despedida.

Afirmé que la cosa se acabaría en Barcelona. Y a los días de llegar ya moría por verlo.

Visité su casa, y nos despedimos otra vez sin palabras, sin decirnos nada, nos amamos con los ojos, nos comimos cada centímetro.

Rulo puede pasarse horas follando, la noche entera, si la tuviéramos. Y encajamos  perfecto, en tamaño, energías, ganas.

Qué desperdicio…! Diría yo….Y vos? Ya sé, te estás cagando de la risa, Hugo.

Te la sigo.

 

Por supuesto que los maridos, y las mujeres, para ustedes, son siempre los más intuitivos del mundo, todo lo saben desde antes que ocurra.

Negué y negué hasta que Jordi me hizo confesar como Juana De Arco. En la Hoguera. Sosteniendo que tenía datos, fuentes fiables, certezas absolutas. Mentira.

Sólo confesé una vez. Le dije que estuve con Rulo una vez.

 

Y ayer se encontró con él.

No, si la historia es surrealista, Hugo. No te pensarías que el Jordi se iba a quedar de brazos cruzados. Eso no. Pero con todo lo que hemos vivido, y que vos sabés, participaste, viste, joder! el tío ya se está pasando mil pueblos, como se dice acá.

Se encontraban a las 18hs. Yo temblaba en la calle.

Luego yo vería a Rulo. Después.

Me llamó a las 19.15hs. Nos encontramos en una esquina del barrio gótico. Caminamos por lugares atiborrados. Él decía atormentado que acababa de estar con mi marido, no paraba de hablar, relataba, decía que no podía ser tan cínico, que no podía ser. Yo caminaba mirando el suelo. No me lo esperaba. Me iba desmoronando por dentro.

Su lógica, la lógica era intachable, incuestionable.

Qué es más fuerte, me preguntaba cuando iba al encuentro, su dolor o nuestra pasión?

 

Nos metimos en el primer bar horrible que encontramos. Se me caían las lágrimas. Me daba cuenta que me había enamorado, un poco, como lo dije. No paré de llorar, de mirar sus ojos brillosos, su boca que no paraba de explicar, y de pronto paraba, sonreía, casi sin creerse él mismo la lógica que iba desgranando, y dejaba entrever una grieta en sus labios que pensaban….-esto, cómo lo puedo estar diciendo? Y mezclaba con frases románticas, y otras que no podían ser, como que no teníamos proyección, y cosas así. Y en esas mezcolanzas yo le mandé que no lo veía, no lo podía ver como novio, y va y me suelta, que porqué no, qué él si me veía…No, el diálogo era delirante. Ibamos para atrás y adelante. El me decía basta, mientras me decía que me amaba. Yo lloraba sin parar, sollozaba y le decía…-cómo voy a vivir sin tus besos-. Y en ése bar horrible, medio panadería, sonaba increíblemente Pink Floyd. Es que con Rulo cada momento que vivimos fue novelesco. Siempre pasó algo.

 

Si, claro que también tuvimos noches enteras. Compartidas en mi bosque. Aunque no puedo decir que fueran de paz. Siempre pasaban cosas. Pasiones en movimiento…un nuevo gesto, algo diferente. Una noche, nos reímos tanto que nos dolían las tripas.

 

Llegamos a la boca del metro caminando por las Ramblas. Era su metro, nos abrazamos, nos besamos con el corazón desecho, poco, suave, con miedo a ser vistos. Y al final le dije, …-vete. Todo era así, te juro, tipo telenovela venezolana.

Me fui, caminando con la cara entre las manos. Aproveche el semáforo para llorar tranquila. Y al caminar, parece que era tanto que una señora con cara de preocupadísima me detuvo preguntándome si estaba bien. A los doscientos metros empiezo a bajar la escalera y ya me ahogaba, no podía ni respiar. Ahí, me dí cuenta. Paré e intenté respirar más normal. Al sentarme, me desmoroné en el vagón.

 

Le había dicho a Rulo, lloraré un día entero, me moriré y resucitaré.

Ahora, trato de resucitar.

Tengo tristeza, grande.

Rabia. Me dejaron sin alas.

Voy recuperando mi cuerpo. No mi casa compartida, algo todavía ajena.

Necesito mis espacios que no alcanzo a encontrar.

Y Piel Divina, Rulo, se me escapa entre los dedos. Lo pierdo.

Se me hunde el alma

No resucito aún.

Queríamos un relato erótico Hugo, sensual, y se me está escapando el corazón por la piel. Puta madre.

Cuando una menos se lo espera, ocurre.

Así fue. Y así es ahora.

Las lágrimas aparecen cada vez que lo pienso.

Igual la vida sigue.

Cómo? Aún no sé.

Recurriré a mi lado fuerte para rearmarme, recuperar mi casa, mi vida, mi cuerpo que ahora es otro, y probablemente mi pareja, cuando se me vaya la rabia.

Parece triste. Patético, incluso.

Cómo sigue?

No sé.

Por suerte es verano. Tengo el mar delante. Y mañana a las 7.00hs am, zazen.

Así es.

Yo qué se, dicho con acento argentino, como a él le gusta y le hace reír.

Así , pues, Hugo, los detalles eróticos están tan teñidos del rojo de su carpa, del verde de la mía, de las noches estrelladas, o tapadas por los pinos, de escondites para subir por caminos escarpados, de linternas , de miradas y voces suaves, de cabalgatas eternas y frases curiosas como – estoy encantado de conocerte- dichas en todo momento, de besos como llenos de dulce de leche, blandos, larguísimos, de descubrimientos constantes, de adoración por follar y follar de ambos, de ojos brillosos en la oscuridad, de mejillas acariciando su sexo, como para grabarlo, mantenerlo, saborearlo con toda la cara.

No end.

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 7 de septiembre de 2009

EL AMO

E L A M O

Ella calzaba sus tacones y su ropa de ejecutiva con el punto exacto entre sensual y seria, estudiaba el detalle de su ropa la noche anterior. Combinaba sus múltiples calzados con bolsos y cinturones a juego, y seguía llevando faldas, chaquetas y camisa impecable. Mantenía el vestuario “ejecutiva” de lunes a viernes y lo remplazaba los fines de semana por ropa sport igual de pulcra y planchada.

Su agenda no tenía huecos, se levantaba cada día a las seis y se dejaba una hora para ducharse, vestirse y desayunar con sumo de naranja y café con leche de soja.
Cuidaba la silueta y la salud, en la medida de lo posible, aunque era adicta al café.

A esa hora no podía evitar hacer que suene en su amplio departamento su música preferida. Vivía en un ático lujoso, aislado, y se podía dar el gusto de poner música con buen volumen.

Y cada madrugada, mientras se preparaba para la larga jornada, bailaba al son de la música de su adolescencia, casi punk, que desentonaba con su atmósfera actual.

Bailaba y cantaba una letra en inglés que sabía exactamente su significado pero de tanto repetirlo lo había perdido. Y dejaba que le entre en el cuerpo cada grito, cada desgarro de las notas musicales.

Ella pronunciaba, aullaba su letra preferida, mientras intentaba bailar arriba de sus zapatos negros de 10 cm. que dominaba a la perfección, pero que se le complicaba al bajar la escalera que iba del piso de arriba, con su habitación y el baño, al de abajo, donde estaban el salón y la cocina.

Vestida de traje gris, y camisa blanca, danzaba como en una ópera rock, como si su cara estuviera maquillada de blanco y negro, como si su lengua pudiera moverse hasta el infinito.

Asi comenzaba ella sus días, mientras entonaba en inglés, su música predilecta….

"Where to go , what to do,
could it be, somebody super like you."


Lilian ya no registraba lo que querían decir estas súplicas. Terminaba su café aún demasiado caliente, buscaba la agenda, las llaves y el móvil, le daba una última mirada al enorme espejo que había puesto cerca de la entrada, y dándose el ok, repetía el estribillo. Antes de atravesar la puerta, volvía a entrar para comprobar que había apagado las luces, a veces incluso, volvía a subir las escaleras y chequear el baño que no quede iluminado.

Sabía la letra y los acordes a la perfección y los seguía repitiendo, por lo bajo, hasta llegar a su coche.
Pero cuando arrancaba, ya era nuevamente Lilian, la heredera de “D-sign” firma proveniente de su padre y que desde hacía ya casi diez años ella dirigía como si siempre hubiera sido propia.

Desde que ella tomo el mando, la firma se duplicó con rapidez en ventas y staff , abrió nuevas oficinas en cinco países del cono sur y ella gestionaba todos los equipos aliándose con projects managers de plena confianza.
Sólo a ellos les pagaba sueldos generosos, para que formen parte de la empresa de por vida, como si fueran su familia, sueldos a los que en ningún otro país de Latinoamérica hubieran ni remotamente podido acceder. Ellos eran suyos. Estaban todo el día a su disposición vía messenger, skype, móvil o el medio que a ella le viniera en gana.

En su cultura no existían las vacaciones, ni para ella, ni para nadie. Ellos siempre debían estar allí. Y habían ascendido a Project Manager justamente porque habían comprendido el concepto de la dedicación plena al cliente, de la excelencia en relación a los competidores y de la entrega devota al trabajo. Su ritmo habitual era de doce horas, que podía ser prolongado en “épocas especiales” como podía ser la Navidad, en que los clientes se alborotaban ya con seis meses de antelación para preparar entregas.
En su firma todo era, y debía, mantenerse impecable, sin fallo, y ellos lo controlaban para que así sea, educando a sus Designers, al estilo “D-sign.”
Ellos, los “Project-manager” no sólo tenían completamente integrada la filosofía de Llilian, sino que además estaban orgullosos de ella.

Conocieron su piso en una ocasión en que ella decidió conmemorar cierto aniversario de la empresa y abrir las puertas de su casa como medida de consolidación de equipo.
Ese día, controló los detalles más que nunca, ocultó CDS, papeles, cuadros, fotos, la casa parecía un hotel por lo neutra, por lo impecable.
Pero a nadie le extrañó, los ocho Project, y las diez designers que viajaron al evento, y que constituían los cargos de importancia de su compañía, no echaron a faltar ningún detalle, porque era la primera vez que entraban en lo de Lilian y ya esperaban esa pulcritud.

Nadie imaginó, ni remotamente, que cada mañana, incluso la siguiente, ella retomaría el ritual de danzar con el fantasma en la ópera repitiendo:

"Where to go , what to do,
could it be, somebody super like you."


Este párrafo, que era el que repetía frente al espejo, era el único que vocalizaba teniendo en cuenta sus palabras. Y no se lo decía a sí misma. El texto era para él.
Lo seguía buscando.

Llilian se había separado hacía dos años, casi tres, de un argentino que conoció en brasil y que integró a su cultura anglo sajona y a su reducido grupo de “Project-m” después de haberlo hecho pasar por todos los puestos y haber confirmado, como lo había intuido desde el momento en que lo conoció, que el muchacho no sólo tenía talento, sino dotes de mando.

Después de la separación ella tuvo algunos amantes, que también había visitado durante su relación con el argentino, pero luego la soledad se le apoderó.
Seguía teniendo amantes esporádicos, pero cada vez más distanciados, sin saber porqué.
Era ella la que huía.
No se enamoraba.

Sí lo había estado del argentino y se acabó la relación el día en que él descubrió a uno de sus amantes. Ella era muy discreta, pero un día un detalle se le cayó del bolso, en forma de preservativo de una marca extranjera, y como él era celoso y astuto, la mentira no pudo convertirse en realidad. El detalle la delató, la crucificó.

Ella era hermosa, alta, delgada, con cabellos castaños, con gran volumen, ojos verdes con enormes pestañas, y rasgos angulosos que combinaban con sus formas trabajadas en largas horas de gimnasio. De mirada fuerte y caminata segura, sus Project-m se inclinaban ante su presencia, sin decirlo, sin hacer ningún gesto, pero le tenían gran respeto, y el día que se separó del argentino, los otros siete respiraron con más aire.

No la querían para ellos, pero sí les agradaba la idea de que Lilian esté disponible.

Ella hacía dos años y medio que no tenía pareja. Nadie con quien salir a cenar. Ninguna compañía para un sábado por la noche.
Devoraba novelas en su casa cuando no estaba trabajando, controlando.
Cuidaba su figura obsesivamente como lo había aprendido en su tierra natal, y su pelo, mantenerlo largo, cuidado, brilloso y con ese castaño natural, también le llevaba enormes horas que casi no disponía y que siempre decía estar en reuniones cuando alguien interrumpía sus tiempos de peluquería.

Estaba harta de sentirse sola.

"Where to go , what to do,
could it be, somebody super like you."

Pasó todo el sábado trabajando en su despacho.
Debía controlar los “files” finales entregados por sus P-m (Project manager) a los que hizo mantenerse en vela el viernes hasta las 2.00am para acabarlos.
Su nuevo cliente, de Arabia saudita, no aceptaba ni un día de retraso y ella le había prometido las pruebas listas para el lunes. El manager del jeque no estaba acostumbrado a tratar con directivas mujeres y cuando la vio entrar en la reunión casi anula el futuro contrato. Hizo una llamada, que era obvio que no era para comentar el malentendido de género, y parece ser que su jefe insistió en que D-sign era el tipo de empresa que quería para crear la imagen gráfica de su nueva campaña política. Tenía tantas referencias y habían quedado tan impactados por el buen gusto y originalidad de sus proyectos que le daba igual que su interlocutora sea una dama. Suponía que ya tendría un mando superior para encarrilar cualquier desvío. Sólo preguntó si era guapa.

El manager del jeque, abandonó un segundo la conversación, que siendo en árabe, le permitía seguir hablando con ella delante. La observó con detalle y en décimas de segundo respondió…-guapísima!, esbozando un ligera sonrisa con su labio derecho….disimulando…La volvió a mirar…y continuó….- pero muy seria!....
-Me gusta. Se oyó del otro lado del móvil.

Eran las diez de la noche del sábado cuando terminó de dar el ok a sus Proyect que se habían quedado sin fin de semana. De los ocho, seis no tenían ni hijos, ni parejas. Ideales para el cargo, aunque a veces sus novias o amantes los distrajeran, por eso con el skype los podía mantener controlados.
El séptimo estaba casado con una japonesa que trabajaba para una multinacional suiza, era perfecto. Y el octavo, sí tenía mujer e hijos, pero una mujer dedicada a él que, de momento, paradójicamente como todas las dedicadas, soportaba de buena manera la falta de vida de pareja que exigía el prestigioso trabajo de su marido como PM en D-sign. Ella, su esposa, se llenaba la boca hablando de lo importante que era su marido.

El sábado a la noche de Lilian no fue ni triste, ni aburrido. Se durmió apenas se recostó en el sofá y a las tres de la mañana se mudó a la planta superior, se desvistió y siguió durmiendo hasta las ocho. Había aprendido con su madre alemana la importancia de aprovechar los domingos por la mañana, de volverlos tiempo útil.
Sin pensarlo se puso el chándal, subió al coche, y pasó toda la mañana poniéndose en forma en el Sports Palacium. Mientras corría en la cinta, superando sus marcas del domingo anterior, se planteaba, escuchando “The Stroke” si sería buena idea comenzar una búsqueda por Internet.

Tenía más que claro que las webs de encuentros no eran para ella.
Buscaba algo sofisticado, potente, tanto como lo era D-sign.

Se preguntó qué buscaba mientras seguía sudando sobre la cinta.

No tenía ni idea si le gustaban o no las mujeres como para iniciar una relación con una. Por supuesto que le parecían, muchas, hermosas, sin duda mucho más bellas que los hombres. Hasta podía pasar ratos largos mirándolas, sin ser vista, o fantaseando con cuerpos femeninos. Pero aún así, no le divertía para nada la idea de seducir a una mujer.
Pensó en un hombre.
Cómo le gustaría?
Se le apareció un vacío tan grande que dejó de correr.
Tensó sus facciones, como estaba habituada. Se duchó rápidamente y aunque no era lo habitual un domingo por la tarde, se refugió en su piso
No sabía cómo buscarlo.

Decidió chequear una vez más cómo estaba quedando la página web de D-sign con sus últimos retoques. Y quiso probar en google cuántas empresas habría con un nombre similar. Cuando sólo hubo tecleado D/s, le dio al enter, y para su sorpresa y asombro se sucedieron innumerables propuestas con el código D/s. Le resultó curiosa la coincidencia. Entró en la página que se autodenominaba: “D/s, la web”. Perpleja encontró letras góticas, diseños prolijos y cuidados y con dos clicks se enteró lo que D/s significaba!
Siguió investigando y le pareció curioso. Impactada por la coincidencia con las siglas de su empresa …(lo sabría su padre cuando le puso ese nombre???....)…y por la atracción de un mundo secreto, permaneció una hora entera informándose sobre la Dominación/sumisión.
Al descubrirse hiper excitada, cerró el portátil, respiró profundo y repasó sus conclusiones.
Había aprendido rápido las tres reglas básicas de la D/s. Le gustaban los sistemas con reglas claras, manifiestas.
La primera y muy importante como dato informativo, era que la D/s no necesariamente tenía que ver con el sado-masoquismo, es decir, puede no tener nada que ver. De hecho, podía haber una relación D/s sin nada de SM.
Le gustó. Y la tranquilizó, además. Lo del dolor físico no le resultaba atrayente a priori, salvo el “necesario” en una relación sexual, en función de la anatomía del compañero. De hecho no llevaba ni piercings ni tatuajes ocultos. Aunque le hubiera gustado ponerse un dragón en su omóplato izquierdo, en honor a Lisbeth, su heroína predilecta. Aún así, nunca tuvo ni coraje ni atracción por inflingirse dolor. No era lo suyo.

Si bien había leído la literatura del famoso marqués, que encontró por azar en la casa de sus padres, y se llevó una vez en secreto, no encontró allí nada relacionado con el sado masoquismo, como ella pensó que se lo puede entender hoy en día. Los libritos del marqués la dejaban ardiendo pero lo atribuía a que era lo propio de la literatura erótica.

Recordando estas literaturas, el D/s se le hizo más inofensivo, menos lúgubre.

La segunda regla era que las partes tenían que tener claro que era un juego y establecer sus límites antes de comenzar, tendiendo muy clara la palabra “clave” que significa un detenimiento parcial o total del juego. O sea, de la relación. Si era parcial, con sólo decir la palabra, era obligatorio detener cualquier acción. Si era total, luego era necesario dar explicaciones.

La tercera regla era que el juego no debía alterar ni interferir ni en la vida de pareja, ni en la vida profesional de ninguna de las partes.

A Lilian le parecieron buenas reglas, muy justas y clarificadoras del panorama.
Le iba resultando un juego cada vez más atractivo.
Se animó a entrar en un Chat de esta web y se puso…Li…cuando pensó que era mejor no poner su verdadero nombre y tecleó Liz.

En ese momento había en el Chat tres Amos.

Uno se llamaba “Amo Severo!, le pareció tremendo! Demasiado. Un asco, casi.

“Amo 46”. Le pareció una buena edad.

Y el otro se llamaba, con mayúsculas: EL AMO.

Tenía que ser ese.

No se animó. Esperó.

Fue a calentar café y volvió más decidida.

Le abrió un privado con un –Hola- , tímido.

Enseguida él contesta:
- Hola Liz, encantado de conocerte. Sabes quién soy?

- No. Debería?

- Mejor. Eres principiante?

- En qué?

- D/s

- Si

- Perfecto

- Por?

- Buscas un AMO?

- Puede se , no lo sé.

- De qué depende?

- De que me gustes.

- Te gustaré. Dime algo de ti. Necesito datos.

- 39. Vivo en Florida. Soy brasilera, nacida en Frankfurt.

- Me gusta. Cómo te llamas?

- Li…………lian. (no supo porque no pudo dejar de ser honesta)

- Lilian?

- Si

- B I E N . (lo pronunció lento vocalizando cada letra con su voz gruesa, casi parecía un locutor profesional)

Él tecleaba y respondía a una velocidad que sólo eran comparables al estilo D-sign, ella odiaba esperar respuestas.

- Y tú? Cómo te llamas? Arriesgó ella.

- Te daré algunos datos me llamo Ivon, soy de origen Húngaro, mido 1,90 y vivo en NY. Toco el piano.

- Guau!

- Si te va, te diré cómo es este juego. Quieres?

- No tengo idea.

- Pero por algo habrás entrado en este Chat.

- Por curiosidad

- No te la sacarás si no juegas. Te atreves?

- Qué tengo que hacer?

- Estar de acuerdo en que sea tu Amo. Y para empezar cuando chateas conmigo, no lo harás con nadie más.

- Qué significa que seas mi Amo?

- Ese es el juego que irás descubriendo. Hay tres reglas básicas, las conoces?

- Las leí.

- Perfecto. La palabra clave por ejemplo puede ser…“vodka”, es muy importante que la recuerdes.

- La recordaré.

- B I E N….Pero de momento no es la tuya.

- Porqué mía?

- Porque tengo otras sumisas.

- Cuántas?

- Contigo tres. Pero cuando estoy contigo, que te quede claro que estoy contigo.

- Y yo también puedo tener otros Amos?

- NO.

Se hizo una pausa.

- Por?


- Es asi.

- Ok

- Estás en pareja?

- No

- Perfecto!

- Tú?

- No

- Ah!

- Cuánto hace que no follas? Tienes amantes?

- Te lo tengo que decir?

- Si. Si no te conozco no puedo ser tu Amo, esto es todo un arte.
Tranquila, sé respetar las reglas y conozco bien este mundo.

- Qué mundo?

- D/s

- Es un mundo?

- Si.

- Y qué tengo que hacer, entonces?

- Primero , dejar que te conozca y tú a mi. Asi me irás teniendo confianza. También me puedes preguntar lo que quieras.

Ella no supo qué preguntar. Hacía mucho que no tenía la posibilidad de intimar tan rápido. El amo la quería conocer en lugar de practicar ciber-sex. Le resultaba rarísimo!

- OK. Tengo un amante esporádico que no veo desde hace un mes.

- Por?

- No me entusiasma mucho.

- Y antes de él?

- Estuve en pareja por siete años y terminamos hace dos y medio.

- Porqué terminaron?

Esa pregunta le molestó. Era meterse en su vida privada. No había cerrado aún esa relación. Varias veces se encontró suplicando a su ex argentino que volviera, pero el orgullo herido de este porteño no se lo permitió.
Saberla a ella con otro, le partió el alma y no pudo superarlo. Encima se habían casado, por amor y para resolver sus papeles, pero él seguía nombrándola como “su” mujer. No le salía fácil lo de “ex”. Y eso de que “su” mujer tuviera un amante, o lo haya tenido, para él era inconcebible, mortal. Como si le hubieran clavado un puñal en el centro del pecho.
La herida aún sangraba.
La de ella.
Llilian no superó la culpa. No creía que él se lo iba a tomar tan…, nunca mejor dicho, a pecho, al punto de hacer las maletas y marcharse en menos de una semana.
Quedaron destrozados ambos.

Igual él seguía siendo su P-m predilecto. Desde Buenos Aires. Y ella, como jefa, lo seguiría llamando y viendo por Skype. Vigilando sus tiempos laborales y extralaborales con cualquier excusa.
La pregunta del Amo era porqué habíamos cortado y con qué frecuencia hacíamos el amor.
Espiró….
Se decidió a contestar.
No perdía nada.

- Porque tuve un amante.

- Y la segunda pregunta?

- Cada quince días.

- No te alcanzaba, no?

- No

- Claro, ja ja.

Era la primera vez que él se reía. Sarcástico.

- Hace un mes ahora?

- Si

- Y?

- Horrible!

- Hot?

- Yes

- Te sabes controlar?

- Por supuesto. Es mi trabajo.

- De qué trabajas?

Ahí se detuvo. No convenía poner en riesgo ni su firma, ni su prestigio.
No le daré detalles, decidió.

- Soy directiva.

- Muy bien.
Empezamos el juego?

- No habíamos empezado?

- Aún no.

- Ah!

- A qué hora terminas mañana?

- Es difícil saberlo. A las 21hs estaré libre.

- Vale. Me llamarás y me contarás cómo vas vestida. Quiero que lo pienses desde ahora, más sexy, con faldas y tacones.

- Casi siempre llevo faldas y tacones.

- En serio?

- Si

- Vamos bien. Pues me llamarás y me darás detalles. Es todo. Este es mi número 603436250. Adiós.

Él cerró y la dejó atontada.
No había duda de que era sofisticado y seguro.
También decía ser alto.
Apuntó el número directamente en su móvil.

Al otro día, tuvo la suerte de llagar temprano a su casa. Eran las 20hs. Abrió el portátil ansiosa de investigar sobre el tema.
Tecleó D/s, se arrepintió. Recomenzó tecleando Dominación. Aparecieron nuevas webs.
Entró en la más atractiva por diseño.
Encontró un Chat, pero esta vez, para entrar debía llenar un formulario.
Estaba dispuesta a investigar con otros amos, a ver cómo era la cosa. Bajo el pseudónimo de Liz, y asumiendo su rol de sumisa, debió plantearse algunas preguntas para seguir.
Qué le iba?

Debía marcar cruces en casilleros que le proponían: bondage, relación sólo virtual, quemaduras, pinzas, dominación financiera (……..qué??????). Esto le estaba pareciendo horroroso, cómo se podía meter en una cosa así? Hasta el momento no había puesto ninguna cruz.
Fue a calentarse café mientras reflexionaba sobre la dominación financiera.
Se dio cuenta que no estaba alejada de la vida real. Que muchas parejas, sabiéndolo o no, se mantenían unidas por eso.

Empezaba a creer en el sub-mundo. La D/s no estaba tan alejada de su mundo, ni era tan lúgubre como lo había supuesto.
Volvió a ver que sugerían otras casillas.
Quizás marcar alguna no estaría mal.

Dominación en la vestimenta.
Joder! Sería esa la especialidad del que había conocido? O la de ella….???

Le gustaba el plan de detallarle al otro cómo iba vestida ese día. Ése si era su mundo. Los detalles visuales, las combinaciones, las formas, los colores.
N era tan raro ni oscuro.
Siguió con la lista y al rato registró que había hecho tres cruces.
Marcó la segunda en la D psicológica, le parecía inofensiva, hizo otra cruz en la del control del vestir, que le pareció tonta…, igual seguiría vistiéndose a su modo. Desterró de cuajo collares, cadenas, humillaciones…qué horror! …encierros, dolores físicos etc
La tercera cruz que puso fue: control orgásmico.

Al lado de las otras, pensó que no tendría ningún peligro.

Al acabar el formulario, en seguida apareció un amo que le abrió un privado.
Este era Amo-historia.

- Hola
- Hola (empezaba neutro)
- Eres sumisa?
- Supongo
- No lo sabes?
- Lo estoy averiguando
- Cómo?
- Con los Amos
- Tienes otro?!
- Desde ayer
- Quién es?
- El Amo
- No puedo seguir
- Qué?
- Primero: sólo puedes tener uno.
- Es injusto. Él tiene dos sumisas más!
- Es asi.
- Eso me dijo.
- Segundo: Es El Amo.
- Y eso qué significa?
- Averígualo. Adiós.


Joder! El mundillo este era más hermético de lo que suponía y las reglas parecían machistas, injustas e inamovibles.

Aparece otro. AmoFL
Le gustó, supuso que viviría en Florida.

- Hola. Eres sumisa?
Parecía la pregunta de base, como decir ..Hola qué tal? ..es que esta gente no sabía saludar normal?!)

- Hola, cómo estás? Si.
- Tienes Amo?

Jo! Ni que lo hubiera sabido.

- Si. El Amo. (decidió ir al grano)
- Estás loca?!
- Por?
- Qué haces buscando otro? Se enfadará.
- No le tengo miedo, lo acabo de conocer. Ayer.
- Ja, por eso!

Qué absurdo, se enfadará! Ni que fuera mi marido! Si ni me conoce!

- Lo conoces? (dijo ella)
- Todos lo conocemos
- Por? De qué?
- No te lo puedo decir. Pregúntaselo. Adiós.

Esta vez puteó para sus adentros en su lengua materna.

Tenía todas las puertas cerradas y se acercaba la hora.
Comió una tortilla rápida, recalentada en el micro y lo llamó.

- Hola
- Hola
Su voz sonaba más dura. Grave como el día anterior, pero severa.

-No eres buena sumisa.
- Qué…??? Si son las nueve en punto!!!
- No me refiero a eso.
- No entiendo.
- Has buscado otros Amos. Te dije que quería exclusividad. Tienes que decidirte.
- Cómo lo sabes?
- Lo sé.

- Escúchame. (Dijo él volviendo a su tono grave de locutor profesional y sensual) Te daré una segunda oportunidad. Te propongo enseñarte. No sabes nada de este juego. A cambio, tú me dirás la verdad y me obedecerás.
- En qué?
- En todo.

Se hizo una pausa.

- Es un juego, ya te lo expliqué ayer. Cuando quieras, paras. La palabra clave te la daré cuando te decidas.


Adónde ir, qué hacer?
Podría ser alguien super, como tú.

miércoles, 1 de abril de 2009

¿A QUIÉN LE CUENTO MI CUENTO?

¿A QUIÉN LE CUENTO MI CUENTO?

Carta a las amigas

Sólo las lectoras y lectores de Stieg Larsson, y amantes de su protagonista, fabulosamente punk, Lisbeth Salander, entenderán mi título ¡EL FACEBOOK DE LOS COJONES!, que ya le he puesto a cinco relatos. Para los otros será una frase azarosa, salida de un mal gesto o el mal humor de un momento.
Pero para las devotas de “Millenium” será una expresión exacta, mientras ella, Lisbeth Salander, va rompiéndolo todo para continuar su lucha. Estar viva.

Yo también me cansé de escribir de sexo, hombres, todo el rato del pasado y de laputamadrequelaremilparióalamalditadictaduraargentina.

Y pretendo seguir los consejos de un famoso de la escritura que sugiere, que al escribir, hay que pensar en dos personas a las que una les dedica el texto. ¿Dos? Él eligió uno que leía mucho y otro que nada, para ampliar así el abanico de lectores que lo entendieran. A mí, me sale más bien, como idea, escribirle a mis afectos de aquí y de allá. De este lado y del otro del océano, traduciendo expresiones, si hiciera falta, para que todos puedan entrar, vivir, seguir.


Pero yo quiero contarle mis días a mi hermana Valeria, que suda literatura hispánica y latinoamericana para tener un trabajo fijo en Toulouse, y busca equilibrios entre Julia y Anaïs. La Vale lo que tiene de bueno es que es lectora voraz, como la madre, e igual a la hija, a la que hay que decirle:

–Julita, mientras se camina no se lee!

-Ah, bon. Contesta con indiferencia afrancesada, con sus vaqueros pitillo, como si fuera la primera vez que se lo dicen, mientras se hace la preadolescente top model.

Y Anaïs, que de la Nin no tiene nada, salvajea, corretea, y expresa su afecto con ganas, sin tapujos, con abrazos y besos babosos mientras se ríe chapurreando su argentino tardío, lleno de gracia, de puteadas, y de palabras prohibidas.

Y ésta super buena madre, mi hermana, lo que tiene de bueno, además, es que es un bocho, un cerebrito, una super inteligente sin saberlo, o si, tal vez un poco. Y también es honesta, dice lo que piensa, o a lo sumo, no lo dice. Pero la Vale es el resumen de todas las mujeres que quise como hermanas. Bajita, chiquita. En fin, mi hermanita.





Y quiero hablarle a Laura, que no quiere poner su identidad psicoanalítica en el Face, porque para los psicoanalistas es mucha exposición! E imagino que además de escuchar horas a sus pacientes, analizantes, perdón, y hacer malabarismos con sus hijos, aún se dejará su huequito ritual de estudiar y leer en los bares, de tener sus momentos privados, de soledad que fue compartida, de hablarse, hablarme y hablarnos.

-Y es ahí donde pretendo entrar, Laura! Pero tu bar no cabe en mi pantalla, no penetra en mi casa. Joder!

Laura siempre pareció pedante, sin serlo. Y yo que pasé infinitas horas semanales durante años, compartiendo alegrías y tristezas, sé que es humilde.
Y Laura es otra inteligente tremenda y se hace la que no lo es. Y en el fondo siempre pensó algo así como que le faltaba mucho y eso la volvía blanda cuando el lenguaje lacaniano se le escapaba, tiñéndola de soberbia. Luchó mucho para intentar hablar “normal”, pero los verbos “psi” se le escapan de la lengua y se mezclan con las patatas volviéndose una salsa indigerible.
Pero Laura siempre bajaba, se salvaba, se cuidaba, se volvía normal. Su miedo a la locura siempre la volvió normal.
La salvaba su sonrisa, amplia, fresca, inocente. Plasmada perfectamente en el rostro de su hija, con sus ojos celestes idénticos, gigantes, brillosos, y una sonrisa tan ancha que llegaba hasta las orejas. Y cuando trato de imitarla me duelen las mejillas, pero a Francisca le salía normal, sin dolor, y también a su mamá. Ese gesto tan duradero resulta inolvidable, la alegría de las ganas de vivir que Laura mezcló con su melancolía judaica. Y resultó en la amiga perfecta para compartir bellezas y amarguras.

Con esa Laura me quedo, convivo, con las de las largas horas de caminatas y bares en que arreglábamos tu vida y la mía y nos íbamos con la claridad, la solución, la buena idea y un nuevo camino a la vista. Mezclábamos tus pacientes con mis hombres, tus represiones con mis audacias, tus hijos con mis países, nuestros miedos con nuestros sueños, y salían diálogos poéticos, profundos, siempre aportando algún sentido, a lo que sea. Y salió esto, una amistad sin fin.
Sin nada.

Porque cuando logré convencerte del fax, ya existía el mail, y cuando te animaste a teclear, apareció el Messenger y la cam, y cuando vislumbraste el Chat, llegó el face.

Y ahora voy yo a pelearme para que te metas en el face!?

Laurita, se nos pasa la vida y nos comunicamos con qué….con el aire?





Y también pretendo contarle mi cuento a mi amiga Ceci, que con amor escupe mails cariñosos a veces, de tanto en tanto, y que trabaja y esquía en un pueblo de montaña y surfea la ola de su vida, remando, como siempre. Y yo que pretendo, no sé cómo acompañarla, estar ahí. No sé cómo, pero quiero estar. Y no conozco ni su casa, ni su pueblo, pero no es que quiero estar, tengo que estar ahí, con la Ceci, contándole mi cuento, mi vida, y escuchando pasmada la de ella, metiéndonos en las médulas de la otra como supimos hacerlo durante años de historia compartida en el zen. Y ahí estoy, por mail, Face, lo que sea, con esta amiga pequeñita, bajita. Pero como la punk de mi libro, experta en artes marciales, luchadora de la muerte. Pero la CECI, bella, cuidada, sexuada, con su push up estudiado, también baila. Ceci corre, va, viene y hay que buscarla. Y cuando el tango y la salsa dejan a los del otro género petrificados, mudos, atontados, ahí está ella.

Y es justo ahí donde con ellos paralizados, podemos aprovechar a hablar y reírnos sin ser interrumpidas, intercambiando secretos, noticias, maldades con cara de buenas. Y podemos seguir hablando tranquilas porque el push up, muy argentino de Ceci, deja fuera de juego, por un rato bien prolongado a ellos, franceses, desacostumbrados al erotismo porteño.




Y también le quiero contar, y a ésta sí le cuento, la cuento, le doy mis cuentos. Porque mi amiga Lexi, es una blogger experta. Es la que me metió en el face, después de pasar serias resistencias por mi parte, que como he visto, pasamos muchos, no sé si todos.

Y por esto, Lexi es sin tiempo, del presente, del pasado y del futuro, le hablo, la veo, veo sus fotos de cada día, leo sus textos, me lee el mío, comento sus hombres y ella mis delirios. Lexi, mi amiga de las noches, se volvió del día, del tiempo virtual, sensual, especial. Ella es un fenómeno arrojadizo, se anima, se arriesga, se juega con la vida y, escribe. Y nos escribe.

MI BLOG: http://lexi-continuamente.blogspot.com/
Gracias Lexi.

Es que no se trata del Face, sino de estar, con los afectos, con los amores. Con las amoras, sería…





Y ahí está ella, mi amiga colombiana, la que vive en Holanda, Alga!
Alga, menos mal que tengo la certeza de que siempre estás, que me leerás, aunque no tengas ni Face, ni blog, ni mail, ni ná.

Y recuerdo que un día nos peleamos porque te negabas a incorporar a tu vida el contestador automático, y vivíamos juntas! Y me querías dejar ahí, en el abismo de la incomunicación! Y asegurabas con fuego ariano que si una quería comunicarse con alguien lo haría igual, sin contestador, ni teléfono, ni nada.
Alga creía en una suerte de telepatía!
Pero cedió! Y me permitió poner el aparato! Y encima en inglés! Idioma que no era el suyo. Fue guerra de fuegos! Nos quemamos. Y resucitamos.

Y volvimos a morir y renacer cada verano, desde hace años, compartiendo corazones y sangrando la risa.

Y hoy, Alga llegó al móvil, al mail, al Messenger, al Chat, con estrategias tecnológicas que te dejan boquiabierta.

Y Alga me leerá, me verá, aunque sea en otro mundo, fuera del cotidiano, donde sea.
Ahí está.
Sólo con una mirada.
Más allá.




Y la Maite.
Es mi amiga del presente, de hoy, de Europa, España, Catalunya, Barcelona.
Si te digo que te busqué, te esperé, te recé incluso para que llegues, te mueres.
De la emoción.
Así que mejor, ni lo digo.
Te encuentro, te veo, te presenteo, del presente contigo.

Esto es hoy, mujeres.

¿A quién le cuento mi cuento?

domingo, 29 de marzo de 2009

EL FACEBOOK DE LOS COJONES!, Capítulo 5. Carlos Andino

En esa época yo tenía diecisiete, cursaba quinto de secundaria, y por suerte tenía un grupo fabuloso de amigas que hacían la vida maravillosa en medio de la tragedia.

Éramos cinco, todas moishes menos yo, que era, y soy, mezcla. Aclaro para los que no conocen la terminología, todas judías y yo de abuelos mezclados, por tanto, atea. Ellas también eran ateas, pero de abuelos judíos. Lo que quería decir que podían faltar los días de fiesta judía al colegio, y como mi apellido paterno era judío, aprovechaba y faltaba yo también. Esos días eran geniales porque nos dedicábamos a escribir un diario íntimo conjunto y reflexionar sobre el futuro, la vida y los hombres.
Roxy era tierna y le gustaban los niños, quería ser maestra jardinera o algo así, La Chista ya estudiaba en una escuela de artes plásticas, Gachy era un gran misterio, era la más moishe de todas y no era tan buena alumna. De hecho fue la única que se llevó alguna materia, pero en cuanto surgió la onda de empezar a prepararse para la facultad, vino un día y dijo que iba a estudiar medicina. Era super ridículo, jamás le había interesado el tema y lo decía como si toda la vida nos hubiera hablado de esqueletos y enfermedades. Y se hizo la seria, la buena alumna, puso cara de estudiante de medicina asumida de toda la vida, y se puso con la química a prepararse para el ingreso. Luego estaba Laura, que de chiquita ya sabía que quería ser Psicóloga, y como yo, adoraba el teatro. Y, a mí, me gustaba todo lo del cuerpo, el teatro, y algo asi como la filosofía, la psicología, la sociología, no sabía bien qué.

Y una tarde, mientras mezclábamos vocaciones con novios, e imaginábamos cómo sería nuestro futuro marido cuando fuéramos grandes, se presenta Gachy con una foto de un tipo que dice que está perdidamente enamorado de ella!. Plam. Así, directo.

Gachy era linda de cara, tenía ojos verdes y pelo castaño con rizos, una cintura envidiable y el resto no era gran cosa, pero en esas épocas una sólo miraba lo que no tenía. El tipo de la foto tenía barba, lo que ya era raro para nuestra edad, y según contaba Gachy estaba enamorado de ella y le escribía cosas y le mandaba regalitos y no sé cuánto más. Y Gachy, parece que no le daba mucha bola.
Yo recuerdo haber quedado super shokeada ese día.

El tipo de la foto me había encantado, encima un hombre que te escribe cosas y se re enamora y te insiste y te busca y … no entendía como la tarada de Gachy no corría a su encuentro. Yo hasta el momento había tenido tres novios importantes, o sea, había cogido con tres tipos, uno más o menos salvaje que otro pero todos de mi edad, máximo un año más. O sea, pibitos de diecisiete, o dieciocho. Pero éste era como un señor. En realidad, visto de fuera no era ningún señor, tenía veinticinco, pero para mí era gigante.

El tipo, empecemos por lo primero: vivía solo. Esto era casi como entrar en el mundo de las fantasías, un departamento solo para uno, como quieras, con tus cosas. Yo tenía diecisiete años y mi único espacio había sido una habitación minúscula separada por una pared del cuarto de mi vieja y su marido.
Todo un departamento, con él, enamoradizo. Un sueño.

Pero resulta que yo del tipo en realidad no sabía nada, pero nada de nada. Sólo había visto una foto y sabía que estaba enamorado de mi amiga, de la tarada que iba a estudiar medicina porque resulta que los viejos eran farmacéuticos y era el sueño de ellos la hija médica. Pero si eso nunca lo había ni contado! Y nos venía de pronto a presentar la foto de un admirador al que no le iba a dar bola.
Era de una injusticia horrible.

De todas maneras yo tenía novio y mi vida iba bien. Bueno, todo lo bien que puede ir la vida en un país en dictadura y con la guerra de las Malvinas iniciándose con todos los pibes en medio de una guerra absurda, como todas las guerras, pero en esta morían casi todos congelándose los pies porque no tenían zapatos o enloquecían hablando con las ratas en las trincheras, por pánico a salir...
Fuera de eso, todo iba bien, yo me refugiaba en el teatro y en el sexo.
La escuela por suerte, al ser un colegio de rioba, era más o menos fácil y ser buena alumna sólo requería una mínima dedicación.

Entonces llega el verano, y la onda era ir al albergue de la juventud que quedaba cerca de Pinamar. Y yo luego, me iría de vacaciones con mi novio. Él, mi novio, hacía el servicio militar,y por suerte, apostado en la ciudad, hacía guardias fáciles sin arriesgar su vida. Mientras tanto, estudiaba medicina, y este sí, fan del tema se apasionaba con células y cadáveres. Él era de buena familia, de clase media, digamos que era lo que se podía entender como un buen partido. Y si hago memoria casi el único buen partido que tuve porque luego se me aparecieron siempre personajes que venían de catástrofes más o menos irreparables. Lo paradójico es que Faby terminó bastante del bonete y la carrera se lo comió a él, parece ser que la psiquiatría lo devoró, y que la medicina muchos años más tarde se le volvió veneno.

Pero yo aún tenía diecisiete, y viajaba a vacacionar a la costa, al famoso albergue de ostende, cerca de Pinamar, con mi hermana y mis amigas. La cosa es que en ese albergue de Pinamar, particularmente divertido, estaba, entre miles de personajes, Carlos Andino, el tipo de la foto.

Él, deleitaba a las minas con sus canciones y su guitarra y decía que era actor, músico y poeta. A mi me daba bastante igual. Me gustaba su voz, su cara, y punto.

Pero era el de la foto, y yo sabía que era capaz de enamorarse hasta morir, y eso era lo que me enloquecía. Yo lo seguía, lo miraba de lejos, me intrigaba. No había conocido hasta entonces alguien capaz de entregar su amor sin miedos, y no sólo sin miedos, sino con coraje, con arte, con soltura, con pasión, con experiencia de años. Repito, para mí veinticinco años era una eternidad y él la demostraba con su sonrisa tierna y confiada.

Recuerdo poco y nada, pero sí que una noche nos fuimos todos los del albergue a Gessell, la noche entera, volvimos a las ocho de la mañana y Carlos Andino siempre cantaba y a mi no me seducía especialmente que cantara sino saber que era capaz de amar a lo loco. Y me moría de la intriga, y de las ganas de que sea conmigo.

Al volver de las vacaciones terminé con mi novio y me entregué a Andino, no recuerdo los pasos, pero se vé que habría hecho lo necesario para atrapar a Andino en algunas de esas redes que yo movía sin saber, pero que siempre funcionaban. Y ahí estaba, con el tipo de la foto declarándome su amor. Y yo, muerta por él.

Una de las pocas escenas que recuerdo con Carlos Andino por la calle, es en una marcha en que me llenaron los ojos de gases lacrimógenos, lo que era casi normal, y yo empezaba a acostumbrarme. Ahí lo encontré, me abrazó, y a los pocos días me regaló un libro de Neruda, o de Benedetti, con un poema suyo de dedicatoria donde relataba la situación de forma romanticona. Ese poema me había gustado y lamentaría haber perdido ese librito en mis infinitas mudanzas.

Es que lo que nunca supo Carlos Andino y lo digo por lo bajo porque es políticamente incorrectísimo, es que la poesía melosa y romanticona nunca me gustó, ni siquiera entonces, pero daba igual, él la iba de gran poeta y yo no lo quería por eso.
Yo lo quería por mil otros motivos.

A veces me venía a buscar a la escuela pero nos encontrábamos en una esquina alejada. Efectivamente vivía solo en un departamento fantástico, decorado a su manera, con las fotos de sus ex en la cabecera de la cama, y de su hija. El tipo era tan grande que encima tenía una hija como de cuatro años o algo así.

Andino era una miel. Me acuerdo pocas escenas pero si su gusto y su olor. Todo era suave como su boca, todo era meloso, de miel caliente. Encima cuando yo iba a su casa me trataba como una reina. El tipo, claro, sabía cocinar, me preparaba algo, me invitaba, me ofrecía, tenía siempre de todo, luego hacíamos el amor durante larguísimos ratos, me recuerdo encima de él, con mis pelos largos, el ambiente cálido lleno de estufas eléctricas, todo dulce, tierno, eterno.

Con Andino fuimos novios unos meses, ni sé. Él, recuerda más que yo.

Recuerda a mi madre avisándome que no me olvide del diafragma.

Y no sé cómo me cae ese recuerdo.

Es verdad,
¿ "cuántas minas quisieran tener una vieja piola como la mía que a los quince me llevó a la ginecóloga" ? .

Pero yo lo que no recuerdo es que cuando me iba a pasar el fin de semana a la casa de Andino ella me gritara:
- Gaby, no te olvides el diafragma!

Y es que no lo recuerdo, pero me lo puedo imaginar perfectamente, porque mi vieja fue siempre fué medio bestia. Pero no sé cómo me siento, no sé cómo me cae este recuerdo caído del cielo.

-Qué bestia la tipa, una cosa es ser una madre piola y otra gritármelo, y encima delante de él!

Y yo no sé si no lo recuerdo porque era muy heavy, o simplemente porque era de lo más natural.

Y eso es lo fuerte, que me parece que era como natural.

O capaz que lo hacía a propósito, porque mi vieja nunca se lo bancó a Andino, y yo nunca supe porqué, y me parece que era porque era medio bohemio, ó porque era grande. Si, debía ser por eso, porque el tipo laburaba como ocho horas al día de empleado de la cooperativa del hogar obrero, y además, se dedicaba a la música. En fin. Me parece que no le copaba que fuera grande.

Pero ella siempre usó una estrategia cuando no le gustaban mis novios, que era no decir nada, porque sabía que si decía era mucho peor, y encima la boluda la estrategia me la contaba por las dudas. Primero, para que yo lo sepa y segundo, porque nunca se supo callar nada, ni aunque hubiera decidido mantenerlo en secreto.

Total, que en medio de la dictadura, las marchas peligrosas con gases lacrimógenos, la guerra de las Malvinas, con los chicos de mi edad muriendo porque no tenían borceguíes, o porque en su vida habían visto un arma, y los del bando supuestamente enemigo mercenarios armados hasta los dientes. En fin, en medio de toda esa mierda, las noches porteñas seguían llenas de gente en la calle, pero si eras menor, después de las doce, si te pedían documentos, te podían llevar a la comisaría. Y a cuánta gente conocimos que los fueron a buscar los padres porque sino te quedabas toda la noche ahí. Eso era normal en pleno país con campos de concentración y desaparecidos por doquier.

Mi hermana, mi vieja y yo, teníamos pánico de los policías, y el sólo hecho de imaginar que nos pidieran documentos ya nos hacía temblar del susto. Y por milagro, nunca nos pasó ni eso.
Por re milagro!

Y ante tanto terror, la casita del country club que mi vieja tenía con su marido, la vivía como una suerte de refugio. Como si ahí nunca le fuera a pasar nada. Encima ese country, como todos, era re concheto (pijo) y para peor, había sido de gente derechosa y catolicucha y habían decidido abrirlo a otra gente porque las casas no se vendían. Por tanto, ahí no la iba a descubrir ni el loro. Esa era su fantasía.

Pero el sitio era tan horroroso, no la geografía, sino la gente, que mi hermana y yo luchábamos por no ir. Y después de arduas negociaciones con una abogada peleadora de alma, logramos cerrar el trato: un fin de semana si, y el otro, no.

Eso quería decir que yo estaba obligada a ir al puto country una vez cada quince días. Pero la otra vez, era absolutamente libre!

Y así fue como pasé largos fines de semana en la casa de Andino, disfrutando con él de la vida adulta, dulce, melosa, musical y relajada. Lo más maravilloso de la relación es que allí también habíamos creado una suerte de búnker. Estar juntos lo recuerdo como estar serenos, calentitos, sonrientes. Super tranquilos.

Luego, como todo, el noviazgo llegó a su fin, pero eso daba igual, porque seguimos manteniendo lo relajado, caliente, meloso, sensual, sexual y sereno, muchos años más. La relación trasmutó a amantes. En definitiva siguió muy parecida sólo que cada uno tenía sus novios o novias, pero nosotros seguíamos igual. Eso duró tantísimos años que ni puedo contar cuántos, y ni sé ni cómo ni cuándo acabó.

Cambiamos de piso, de parejas, y los long play seguían girando, con Gal Costa susurrando mientras tardábamos segundos en desvestirnos, e iniciar el ritual de entrar en los cuerpos calientes , melosos, sensuales, oscuros, tiernos, suaves, y dejar que pasen las horas mientras el país chillaba y nosotros conseguíamos serenarnos en el cuerpo del otro.

domingo, 15 de febrero de 2009

EL FACEBOOK DE LOS COJONES! Capítulo 4. Willy.

¡EL FACEBOOK DE LOS COJONES!

¡Me catapultó al pasado!

Capítulo 4. Willy.


La ciudad olía a estado de sitio. Las calles vacías, silenciosas, aullando.Willy me esperaba en la cocina de la casa de Lato mientras yo en una reunión de la fede pensaba que hacía política. Que cambiaba el mundo a los quince años.

Pero en realidad, la reunión no le interesaba a nadie, ni sé cual era el tema. El tema real era que Willy había venido a cenar a mi casa, con mi vieja, y como yo quería ir a esa reunión, mi madre no tuvo mejor idea que pedirle a Willy que me lleve, me espere, a Willy la política le importaba un carajo y menos, los comunistas. Entonces, que me espere y luego, porque mi vieja nunca se quedó corta con los pedidos, que me lleve a dormir a su casa. ¿? ¡! In cre í ble !


Cuando escuchamos con Willy el plan,…teniendo en cuenta que hacía un año que veníamos franeleando donde podíamos…nos pareció imposible. Él tenía una camita, de esas para invitados adolescentes que salen de abajo, en un cuarto, como esos que teníamos todos, en los que apenas entraban los muebles si venía el típico amigo a dormir. Obviamente nunca había visto la camita ni se me había ocurrido usarla.

Pero resulta que en plena dictadura resultaba peligroso tomar el 90, celestito, sola, que pasaba toda la noche. O sea, yo lo tomaba a veces, algún viernes o sábado. Pero saliendo de una reunión de bolches, aunque fueran bolches adolescentes, era un delirio.
Más seguro era coger.

Entonces mi vieja nos dio el terreno servido. Nosotros veníamos leyendo sobre el tema en revistas, nos veníamos informando. Pero la única amiga que tenía hermana grande, Roxy, comentaba que su hermana había cogido a los dieciséis. Entonces quince, era todo un atrevimiento de mi parte. La madre de Gachy, bien judaica culpógena, un día me pregunta si realmente y subrayado, estaba enamorada de mi novio, y enamorada con mayúsculas, claro! Que jodida! Y si. Es que yo si no estaba enamorada no iba a estar con él. Es que ni me lo planteaba, ni me complicaba con torturas judeo-cristianas. Ufff…Por suerte!

Como el cuarto era tan chico y el de su mamá estaba al lado, decidimos con Willy esperar al otro día a que la madre fuera a trabajar, ratearnos a la escuela, y aprovechar el momento en la cama de la madre. Nos pareció buena idea.

Y lo único que recuerdo es que después de hacerlo estábamos tan nerviosos que prendimos la tele y nos pusimos a ver dibujitos animados, abrazados.

Mi amiga Laura, tiempo más tarde, me preguntó si había acabado. No sé si suerte o no, ahora creo que sí, yo nunca había escuchado hablar ni de orgasmos, ni de acabar y era un tema que no conocía. Acabar qué?, pensé. Claro que si, si no hubiéramos acabado todavía estaríamos cogiendo, no? Se me pasó por la cabeza….pero no lo dije porque intuía que algo no estaba encajando.

Pasamos unas vacaciones de invierno como pareja en un albergue de la juventud en Córdoba. En los que teóricamente, se duerme separados, pero como los cuidadores estaban tan viejitos que ni estaban, teníamos un cuarto para nosotros solos. Nos tapábamos con diez mantas, y cada noche, yo visitaba religiosamente el baño, descendiendo una montaña, para insertar el diafragma, con la crema…un enchastre….mientras salía revoloteando mis trencitas y las almas que se cruzaban detectaban amor, dulzura y nos veían tan chiquitos que todos nos miraban embelezados.

Willy apareció en el face con otro nombre y una foto con tres hijas!!! Tres!!! Joder! De momento no tengo amigas con tres hijas, pero argentinos prolíficos, ya aparecieron varios. Cómo hicieron? Mi amiga Lexi subraya, es que estos no hicieron otra cosa en su vida que tener hijos! No quiero ser mala y le digo que no quiero juzgar. Willy me habla desde su laburo…una empresa industrial de la que es jefe de algo…Si fuera mina, tal vez…no lo sería…

Tres hijas, y grandes, una vive en Miami, con su primera mujer y las otras con él.
Willy aparece con la misma sonrisa sin mostrar los dientes. Igualito! Me gustaba porque era lindo, alto, de ojos claros, como obligaba la moda yankee que nos invadía entonces, y obvio, con un nombre en inglés que le inventamos.

Willy sonreía tímidamente, y tan tímidamente que casi lo tuve que convencer yo de que un año de espera era más que suficiente y que ya era hora. Sus amigos se iban a coger con putas y yo cruzaba los dedos para que nos estrenemos juntos. Willy no tenía ninguna prisa, o más bien, estaba cagado en las patas.

Pero fue lindo, y seguimos juntos ocho meses más. Tan lindo que, por su puesto, aún guardo la dobleve que llevaba colgada y cuando se lo dije en el Chat lagrimeamos juntos emocionados.
Willy me esperaba en la cocina, yo escuchaba hablar de materialismo dialéctico y temblábamos del susto, de vergüenza, de ansiedad, de ganas, de calor, volábamos, aterrizábamos, sangrábamos, íbamos, veníamos y cuando acabarían de cambiar el mundo para que nosotros pudiéramos vivir el nuestro?

EL FACEBOOK DE LOS COJONES! Capítulo 3. Mario Jaidar.

¡EL FACEBOOK DE LOS COJONES!

¡Me catapultó al pasado!

Capítulo 3. Mario Jaidar.

Caminábamos pegadas a las paredes para que no se nos vea el culo. Cuando la pared se acababa, veíamos como seguir andando hasta la siguiente. Y muy especialmente el día de la fiesta del fin de viaje de egresados del primario, en una playita chota de la costa con dos madres gordas que vinieron para vigilarnos.
Y él representaba esa salvajada sexópata, tan normal.Doce años teníamos!
Y los pibes, los reyes del mambo, tenían sus códigos, sus secretos, sus mujeres. Nosotras éramos como tontas, aunque inteligentes. Nos decían que íbamos a hacer “franeleo artístico” cuando contábamos que a la mañana, en turno contrario al colegio, íbamos al Lavardén, y hacíamos expresión corporal con música de Floyd en el instituto vocacional de arte infantil, conocido como IVA, en ese entonces.

Pero los compañeritos del primario tenían una vida más terrestre, más de rioba, más cruda. Resulta que a pesar de que a las judías les decían rusas, despectivamente, y eso corriendo en el patio…rusa! rusa!…un horror! yo siempre zafé con eso de ser medio negrita, y quién iba a tildarme de rusa, de judía, aunque tuviera apellido polaco?! La negrura me salvaba. Menos, añares más tarde, cuando un novio pochoclero indio re indio, me llamaba Rusita, eso sí, cariñosamente. Pero el pochoclero, que terminó medio loco evangelista, ya daría lugar a otro capítulo. Y ni lo puedo buscar en el face porque no sé como se llamaba….Eduardo, no sé qué. Era, un enamorado de dios, que sonreía, con una belleza salvaje y se le caían las lágrimas. Un demente. En fin, yo me enganchaba con todos los corazones abiertos, será porque el mío palpitaba y los detectaba, los olía, los magnetizaba. Qué desastre!
Ellos tenían un lugar secreto, prohibido a las mujeres. Bueno, a algunas mujeres. Sólo entraban dos chicas: las putas oficiales. Nenas! De once y doce!Y como una de ellas ya estaba desarrollada y con caderas. Un día le pregunté a uno que porque tenía ese culo y aseveraban con certeza científica que era de tanto coger! Eso no se cuestionaba.

El baldío quedaba a la vuelta de la escuela. Y como yo era una nena buena, decidieron mostrármelo. Y era buena, porque entre otras cosas, cuando fue el cumple de 12 de Mario Jaidar, al llegar, noté que no había mujeres y que yo era la única chica. No era raro. Marito era el salvaje número uno. Era malo, feo, y tenía una boca tan grande que parecía que te iba a comer! Pero al mismo tiempo era bueno, dulce. En fin, un pibito! Y cómo no ibas a ir! Yo los quería. Lo quería. Y gracias a mi cariño decidieron darme el privilegio de su mundo privado.
Me llevaban como si fuera a la guerra. Abrieron una puertita verde oscura de esas de lata que tienen los terrenos baldíos, y ahí estaba el mundo del sexo, vacío, con montañas que no querían hablar ni decir lo que habían visto. Subimos a una de esas lomas, con cuidado, sintiendo el peligro, esperando saber qué había ahí. Y como era tan secreto no se podía ni mencionar. Sólo apareció un colchón por ahí abandonado entre las ruinas, que parece ser que era donde tenían lugar los encuentros con la pibita oficialmente puta, que además iba a nuestra misma escuela y era más chica que yo. Como si la pibita fuese de otro planeta, no sé. Como si no fuese humana, era puta y ya está. A los once! Joder!

Yo miraba, esperando que alguien cuente algo, y me explicaron que desde esa montaña, hacían concursos de pajas a ver quién la tiraba más lejos. Re natural, sin vergüenza, ni nada. Y como era natural y yo a duras penas imaginaba sus pajas, también lo tomaba natural. Lo bueno era el privilegio era haber estado ahí. Traspasado la puerta.
Y resulta que nuestra escuelita primaria tenía fama de ser buenísima porque la directora era del PC.

Entonces, por la mañana, para aprovechar el día, obvio, se llenaba de intelectuales de clase media y clase media alta de Belgrano, y por la tarde era otra película. Venían los pibes del barrio, de las villas de al lado, del club Atlanta. Y ese fue mi mundo. Re normal.
Tan heavy fue que cuando entramos al secundario, con mi amiga la Chista, no entendíamos nada! Esta si que era rusa en serio. La Chista y yo ibamos juntas a todas partes desde los tres años. Un fenómeno. Se la re bancaba la de rusa, y cuidadito con acercarte porque te daba con algo.
Cuando entramos al secundario tuvimos que hacernos las boludas porque nuestras compañeritas no habían llegado ni al beso, y nosotras ya traspasábamos todas la barreras!

Pero la Chista no se comía ninguna. A los pocos años, cuando coger ya iba siendo permitido, la Chista se daba unos lujos bestiales! Ella iba siempre dormida porque en el turno contrario al colegio hacía Bellas Artes, para aprovechar el tiempo, ser mejor, y esas cosas que pensaban algunas madres de entonces y de ahora.Pero la Chista en lugar de aprovecharlo, dormía. En esa época encontrarla despierta era raro. Siempre que podía estaba echándose una siesta, a cualquier hora y en cualquier lugar. Era tan heavy y práctica La Chista, eso hay que decirlo, que tenía un novio con el que iban a un telo que quedaba a dos cuadras de la escuela, y encima, en la misma calle que te llevaba del colectivo a la puerta de la escuela. Cuando todos veníamos enfilados, peinados, bañados, se aparecía ella saliendo del tugurio de luces rojas sin saber si llegaría a abrocharse los botones antes de entrar a la fila y tomar con el brazo la obligada distancia.El San Martín abría sus puertas a las 8, digamos, y la Chista ocho menos diez salía bostezando sin ningún problema y casi vistiéndose delante de todo el mundo con Marianito Poggi, su novio pendejo, dogadicto pero de ojos claros, al que arrastraba a clase para que tenga un futuro pasable. Un fenómeno La Chista.

Tengo que decir que yo también sorprendía con algunas sexopatadas, herencia de Marito y el Provincia del Chubut. Cuna de músicos, escritores, cineastas, cantautores, actores, productores. Por supuesto, del turno mañana.

Del turno tarde nunca se supo, pocos fueron al secundario, algunos se estrellaron con la vida, otros murieron de sobredosis, otros se dedicaron a negocios tan lúgubres que prefiero no saber.
Sin embargo...Dios mío, Marito, te veo en el face, vivo, con el pelo largo como el pochoclero, con mujer y dos hijos divinos. Con una foto que parece que hubiera pasado una locomotora por encima de tu vida.

Pero lindo, che, qué lindo te veo!

Y, para mi sorpresa, el Mario Jaidar heavy de la escuelita primaria, no me habla de sexo sino de política.

Marito guapo, con ojos verdes como faroles, dialoga como si no hiciera TREINTA Y DOS AÑOS que nos vimos por última vez.

EL FACEBOOK DE LOS COJONES! Capítulo 2. El Fabio.

¡EL FACEBOOK DE LOS COJONES!

¡me catapultó al pasado!

Cap. 2.El Fabio

Si alguien no cree que los niños se enamoran puede ser por dos motivos, uno, que no tuvo la suerte de encontrar un amor a una edad temprana, y dos, porque lo está analizando desde la perspectiva adulta.
Pero cuando un día te das cuenta que le acabas de decir a tu novio que te encantan las canaletas que tiene en su labio superior porque son iguales a las del Fabio y te parece lo más normal…Ahí, pasa algo raro.
Porque resulta que cuando el Fabio te propuso que seas su novia tenías cinco años y él seis, y él era el vecinito de arriba que de tanto estar en casa ya era parte de la familia, que venía a veces de vacaciones con nosotros, y que jugábamos al papá y a la mamá apagando las luces y mi hermana, la pobre, la acostábamos lejos, porque hacía de hija.
Pero que yo recuerde no hacíamos nada. Solo estar ahí, uno al lado del otro. Nos bastaba, nos alegraba, nos tranquilizaba. Lo que queríamos era estar juntos. Y cuando me dijo que para ser su novia me tenía que hacer de river, y en mi familia eran de boca, no lo dudé ni un segundo, y le dije que sí. Automáticamente ya era su novia. Y aunque parece ser que seguí adorando sus labios en cada novio, no me dí cuenta hasta hace poco cuando le dije eso a mi actual. Como si tal cosa.
Y lo más curioso es que el Fabio siempre tuvo pinta de señor, siempre fue re masculino, el chico grande que ya iba a primer grado, y cuando tenia seis ya había que salir de la pelopincho de casa y sacarse las mallas separados. Eso fue rarísimo. De un día para otro no nos podíamos cambiar más juntos. Nosotras en el patio, nos sacaban las mallas asi nomás, y él aparte, el pobre, solo, en la habitación. El Fabio iba creciendo y ya le daba un poco de vergüenza, pero tampoco le hacía gracia eso de quedarse aparte. Y, como todavía no tenía hermana, lo adoptamos, éramos sus hermanas y él el hermano grande que siempre quisimos. El Fabio era hijo de gallegos, un galleguito perdido como lo fue mi vieja de chica.
Y a los seis, se mudó. Y punto. Nunca más.
Sólo lo ví una vez, un ratito en una comida cuando cumplí 15. Estaba igual. Masculino. Lindo. Con su labio remarcando la canaleta entre la nariz y la boca.
Y nunca más. Supe que estaba estudiando arquitectura y que tuvo una hermana. Y chau. Fin de la historia.

Pero hace unos días recibo un mail con el siguiente texto:
Faby dice, "No creo que haya demasiadas Gaby(s) Sobel que se parezcan tanto a su madre Carmen. Sos vos Gaby? Soy el Fabio (nunca mas me llamaron asi).".

Si el corazón no se me salió por la boca es por casualidad!

Contesto. Contesta. Contesto. Contesta que en la foto del perfil anterior no se atrevió a preguntar si era yo. Es que yo, novata en estas artes, había metido una foto mía en top less, que rápidamente saqué cuando me di cuenta como venía la mano. Él creyó que era otra. Y sólo cuando vio mi cara, igual a la de mi vieja cuando era joven, se atrevió a dar el paso.
En segundos se pone en el Chat y no podíamos ni teclear de la emoción.
El Fabio de grande me muestra unas fotos de un tipo canoso, que vive en Miami, con un bronceado a lo concheto que casi no reconozco! Me tuve que acercar a la pantalla para ver si algo en esa mirada o de esos labios me remontaban a la infancia. Y haciendo un esfuerzo, reconocí los ojos de mi amor infantil y el labio con la canaleta.
Joder! Ahí estaba el Fabio alucinando igual que yo y recordando conmigo nuestro romance. El más intenso, mi primer novio, primer amigo, y como él recordó, la primera mujer que vio desnuda. Fue un amor verdadero, y si lo pienso, nunca nos dimos un beso, y ni siquiera nos tomamos de la mano!

Pero nadie podía dudar de que íbamos juntos, era mi chico y yo su chica, hiper claro.
El Fabio era un hombre ya de chico, y su nombre quedó vibrando de tal manera, que un día conocí a un tano llamado Fabio, y me enrojecí casi, y simpaticé enseguida, y a los minutos le estaba contando mi noviazgo con el Fabio, sin saber que en algunas semanas lo vería, temblaría, me daría taquicardia, me pegaría a la pantalla para entrar en su mirada.

El Fabio, dios mío. Es que era tan mi novio, que cuando encuentre a un chico de cinco, ahora, lo miraré con otros ojos.

EL FACEBOOK DE LOS COJONES! Capítulo 1 .Pablito Cabello

¡ EL FACEBOOK DE LOS COJONES ¡

¡me catapultó al pasado!

Capítulo 1.Pablito Cabello.

Luz roja en las paredes. El colchón en el suelo. Pablito Cabello, sus bucles rubios y sus ojos celestes brillosos.
Pablito solía llegar a casa medio hecho polvo, estaba queriendo cambiar el mundo y las cosas no le iban como quería. Pero como sólo éramos amantes, no me quería presentar sus desgracias sino sus bellezas. Enseguida, por suerte, él sonreía y al ver y sentir sus labios a lo Jagger yo me derretía y Pablito se dejaba llevar en el mundo de los sueños fuera del mundo.
Pablito era como un elfo, super flaco, alto, bellísimo, casi femenino, eso lo hacía tan único, tan hermoso que su imagen era irresistible.
Porque como novio era un desastre el pibe.Yo lo buscaba por los bares de Corrientes a las dos de la mañana, cuando al otro día me levantaba a las siete para hacer mis dos carreras y laburar. Y Pablito seguía creyéndose que cambiaba el mundo. Era lo que llamábamos casi con miedo y respeto “un cuadro”, por tanto un ser incuestionable.
Y resulta que era un pibito de veinte años que vivía con la mamá , que no sabía tener novia, que nunca había laburado, quiero decir para tener su propia guita, y además, y esto como todos, me incluyo, la iba de re adulto y re experimentado.
Lo que más le gustó de mí desde el primer día, además de que yo era morocha y él rubio, yo de tez morena, y él blanco y esas cosas de los polos opuestos, lo que más le fascinó era que él creía que yo era más grande que él. Y en esa época, más grande era un año más. Y más tarde comprobamos, arruinando el hechizo, que no era así, que éramos iguales. Y aún peor, resulta que el pendejo me llevaba un año. Pero seguimos jugando a que yo era mayor, lo cual nos liberaba de la incapacidad de compromiso de este elfo escurridizo.
Pablito sólo aparecía algunos domingos a la noche. Hora de la muerte para los argentinos. Que cada vez que comento acá el tema, diciendo que en buenos aires, el domingo a la noche es momento de depresión institucionalizada…preguntan las razones, y …buscándolas…una dice lo que dirían todos…eso de que el lunes hay que ir a laburar…Y, como que acá eso mucho no encaja como motivo oficial de depresión nacional, no se entiende, piensan que es un delirio mío, que me lo estoy inventando. Pero del otro lado del océano, es no sólo aceptable, sino que impensable de otra manera.
Y yo le salvaba a Pablito la hora de la muerte, que se transformaba en un momento de placer con una mujer que no le pedía nada, ni siquiera que le cuente sobre su vida. Nada. Hablábamos muy poco, y como para no hacerlo tan bestia, intercambiábamos palabras como para vernos, oírnos, no necesariamente escucharnos. Estaba claro que éramos amantes y que no nos interesaba perder el tiempo escuchando la vida del otro, que para eso estaban los novios. Así que fue una relación muy onírica, podríamos decir.
Yo no sabía casi nada de su vida. Que era un revolucionario de izquierdas, motivo central de nuestra unión, que había sido de la jup regional y luego pasó a la jup capital, que era de sociología, pues en una fiesta de su facultad lo conocí. Y poco más.
Pablito con los años se transformó en un mito de belleza, medio masculina medio femenina haciendo una combinación perfecta, deliciosa.
Claro que mito, porque el pibe real era un desastre. Legaba muerto de hambre, sin dinero ni para el colectivo de vuelta, y se llevaba, algunas veces, mi ropa, porque que no traía para cambiarse. Obvio que esas camisas pasaban a formar parte de su armario. Pero era igual. Si había algo en lo que una no pensaba en esa época era en ese tipo de incapacidades ajenas. Pablito cumplía con su papel, yo tenía mis novios, él sus novias y ya nos iba bien. Quedó el mito.
Y cuando se apareció en el facebook con una foto de esa época, casi me desmayo…Por supuesto que nunca le había sacado una foto, ni visto una foto de él. Creo que pocas fueron las veces que lo ví de día. Sería algún lunes por la mañana cuando se iba medio muerto y repetía con una sonrisa que lo dejé hecho mierda, e iba rearmando sus huesos mientras esperaba el ascensor.
Y aparece Pablito, jóven y viejo…y no me lo creo, y quiero guardarlo como era, como un elfo, y aparece diciéndome:

– Hola nena….

Y casi lo huelo, lo escucho. Tendrá la misma voz ? aunque otro cuerpo…Apuesto que sí…Se le vé el sufrimiento, que la vida no era la que él pensaba, ya no parece en las fotos del presente el gran dandy seductor, ni lleva el porte de play boy no asumido que presumía de pibe …
Un día, bueno, un día no, uno de esos domingos a la noche, se apareció con un traje. Orgulloso. Franfarrón. Sabiéndose hermoso. Pablito estaba creciendo y se aprovechaba de sus virtudes.
Después algo le pasó. Le costó crecer, tal vez. Hacerse hombre, padre en lugar de hijo, viejo en lugar de joven, normal en lugar de bello, desarmado en lugar de precioso.
En fin. Algo pasó…pero Pablito parece ser que sigue soñando con cambiar el mundo, por suerte.
Tuvo su mujer, un hijo, la piba se puso celosa cuando yo aullé como una fiera al ver la foto. Y esas cosas que ocurren en argentina, cuando las mujeres no soportan compartir a sus maridos ni en foto.
Ni el de hace veinticinco años, ni a quince mil kilómetros de distancia. Qué les pasa a estas mujeres???
Yo las quiero, porque nos enseñaron a enemistarnos, a vernos como rivales, a pensar que la otra era una especie de ladrona de nuestras pertenencias, que los tipos son propiedad privada, y esas cosas horribles que hacen a la inseguridad, al machismo y a toda esa mierda, que prefiero seguir combatiendo.
Así que felicito en público a la jermu de Pablito Cabello por haberse quedado y bancado a este espécimen que seguro será divino, pero no fácil.
Pero que lindo que era! No voy a dejar de decirlo, lo siento Caro.Y si sigue siendo lindo, pues mejor para vos.
Para mí seguirá siendo un mito, con los kilómetros, los años, el tiempo.
No te robo tu presente, y no me robes mi pasado. Ese elfo fue mi amante de los diecinueve, veinte, veintiuno…y tal vez más. Al menos déjame admirarlo en foto. Sólo eso. Y jugar con las imágenes, los sonidos, y la sonrisa canchera con los bucles colgando.

Y nosotros ......nos deleitábamos....
Fuera del tiempo. ......Cuando afuera llovía .A la hora de la muerte.

lunes, 3 de marzo de 2008

Los elefantes no juegan en el camino de los conejitos

Hay un famoso refrán que dice:

“El que se acuesta con pendejos amanece meado”

En el zen se escribe…

"Los conejitos no juegan en el camino de los elefantes"

o podríamos decir también...

"Los elefantes no juegan en el camino de los conejitos".

Resulta que en este mundo europeo en que me tocó vivir, hay gente que hasta los treinta años no entra en el mundo laboral. Me explico: no salen a buscan laburo y bancarse la que sea.

Y más específicamente los que se ponen a hacer doctorados, es decir , trabajan en el ámbito académico o en el de la investigación y siguen siendo al mismo tiempo estudiantes pero con un gran título por llegar: Doctor. Es decir: el que sabe más!

Pero un saber que evita todo enraizamiento con el mundo adulto. Los vuelve super super…o sea, van adquiriendo una hiper crreencia en su título, superior al resto de los mortales, como la gente de mi época que iba los mejores colegios, a ese que entraban sólo algunos, y al salir comenzaba la gran caída de los hiper inteligentes que siempre se autoconvencieron de su superioridad, o los convencieron.

La conclusión es que aquí las de 28 son aún nenas, o sea no saben priorizar lo básico y se dan cuenta justo el día anterior que tienen dos monstruos , elegidos, frente a su cara y deciden cagar , con culpas claro, a cuarenta personas que la esperan. No saben evaluar en su agenda con anticipación en qué apuntarse y en qué no , y creyéndose salvadoras de los demás, se apuntan en múltiples tareas justo esa semana en que tienen que entregar otra montaña de trabajos en ese trabajo que es trabajo pero no es trabajo. Y claro, la tesis, el sostén de su importancia personal de ese ser por encima de los no doctores, pasa a ser prioritario en el último momento.

En los países como el mío en que todos mis compañeros empezaban a buscarse un laburo en serio al mismo tiempo que entraban a la facultad, o sea, dieciocho años….y ya habían empezado muchas veces a trabajar antes, ese tipo de dilemas los ibas viviendo a esa edad.
Trabajo y estudio, más actividades artísticas, y políticas se te superponían de manera vertiginosa y era el aprendizaje del primer año de Facu, o sea que llegabas a segundo, con diecinueve, siendo un entrenado en las artes de las malabares del tiempo y de combinar tu agenda sin cagar a nadie, y mucho menos a los amigos, ni a la gente con la que compartías ideales.

A los veinte eras una experta de los malabares agendísticos.

Y me encuentro con que esta nena que se mandó un cagadón, se autolamenta, a punto de sacar su tesis. Que no sabe priorizar ni organizar su agenda y se sorprende de que todo se le vino encima….a los veintiocho años…habiendo vivido aquí y allá….con tremenda experiencia en trabajitos de investigación en los países más insólitos, y la nena, con apariencia de adulta, no aprendió ni a organizarse ni a pedir disculpas a los que dejó plantados.

Y encima, armó una filosofía sobre aquello que le sobró en la agenda, o sea, lo que pasó segundo lugar …cuestionando su sentido.
En lugar de cuestionarse su capacidad de organización y sus consecuencias en las emociones de los que dejó tirados.

Y nosotros pensando que éramos confiables.
Con paso firme, como elefante decidido.

Y resulta que volvíamos a la adolescencia.

Esa, que dejamos antes de los dieciocho, pero en la Europa moderna toma unos disfraces bien camuflados.

Doctores niños, doctoras llorando como nenas.

La importancia personal del título te jode la madurez de pensar en los otros como personas sensibles…

Lo siento.
Caímos en las redes.

lunes, 14 de enero de 2008

EL VIAJE. 1. El despegue

La primera cosa a tener en cuenta, es que las cosas no precisan ser complicadas.

-Hay que ir a lo práctico –
Siempre repite el Jordi, mi pareja, como un mantra.
No sé si es porque lo es, o sea, práctico, o porque le gustaría serlo.

Aún así, organizar este viaje no fue fácil.

Unos afirmaban que a África no puedes ir por tu cuenta, otros, que con agencia es una gansada.

El sentido común me impedía creer que la solución fuera la fortuna que nos pedía la Toya, dueña de una agencia, donde trabajaba un argentino, tucumano o algo así, que conoció a mi vieja vaya una a saber dónde y que por regla argentina incuestionable hay que confiar en que saldrá bien de precio y nos entenderemos. Sólo porque el tipo era argentino.

Pero con la Toya esta, estuvo todo mal parido desde el vamos. Hasta que mi paciencia llegó a su fin y con horas de diplomacia catalana, de Jordi, claro, la tal Toya quedó lagrimeando frente a las tacitas de café. Instantáneo, además, asqueroso.

En nada, por suerte, y con otra agencia, y sin argentinada de por medio, más o menos fuimos resolviendo la cuestión.
Mi carga de estrés, trabajo, preparación mental de clases y viajes largos en moto, había hecho tal estrago en mi cuerpo que no podía siquiera tratar de imaginar Marruecos.

También, el hecho de no ir al campo de invierno, retiro de meditación zen, era todo un tema, porque lo venía haciendo desde hace…el zen 16 años…el campo de invierno…….unos diez.

Por un lado, la mezcla de rebeldía y libertad de no ir, y por otro, la alargada saturación de situaciones en las que te decís - Basta, esta ficha no me va- .
Es una ausencia con ligero dolor, ya me arden las orejas de los comentarios sobre mis contradicciones, pero una ausencia que también habla y dice a un maestro lejano:

- Hermano, ponete media pila porque tu rollo no convence, no cierra –
- Che, cuidanos que de tanto desgastar, de tanto sacar punta , se acaba el lápiz-

No decir lo que una piensa, endiosar a un tipo sin cuestionarlo, ubicarse en una eterna discípula.

Quién inventó esa relación tan dúal?

Tan falsa, tan anacrónica, tan que te impide pensar por ti misma. Y aunque paradójicamente esta sea la enseñanza…y si lo que pienso por mi misma no gusta ni al folklore japonés, ni al monoteísmo, ni al budismo, ni al zen?

Resultado, que llevo las botamangas mojadas, se me mojó el pelo aún tapándome con mi pañuelo verde al estilo árabe. El pañuelito empapado, mis manos, las zapatillas, los pantalones, el abrigo, que por cierto, no es impermeable porque la mogólica de Toya aseguró que en estas fechas NUNCA llueve, y eso que se lo preguntamos!

La cosa es que parece ser que la susodicha nos pagó las cenas del hotel de Meknés, (ciudad entre Fez y Casablanca) , donde aseguró que no lo podíamos reservar sin cenas, y el tipo del hotel afirmaba que nunca lo venden con cenas. En fin.
De momento en ese hotel tan raro, tan pijo, tan vacío, y además tildado de "hotel de relaciones” , disfrutábamos de los acordes geniales de dos músicos en vivo, mientras el camarero que se parecía a Zidanne nos daba cerveza marroquí.
Si Zissu es de Algeria! , aclararía Pierre, mi ex, pero es que el camarero era re parecido!
Más desafortunado, claro, más bajito, más feúcho, sin ojos verdes, pero igual-igual. Nos servía serio, casi enfadado. Las cejas ensombrecían toda su cara sin gestos. El camarero no expresaba esa tristeza que te parte el alma de Zissu, sino un enfado triste, duro, mucho más triste que el del astro francés, claro!

El hotel, casi vacío, el bar, medio lleno, y el restaurante con las cenas lujosas pagadas por Toya. Otra mesa ocupada, con prostitutas marroquíes que se visten como cualquier occidental en verano. Hacía un frío de muerte y yo comía, a reventar, con el abrigo puesto, tiritando.

Recién al llegar a Fez, en un lugar normal, agradable, sin tufillo a tugurio de lujo, descubrí porqué me había sentido tan rara en el “Transatlántic”, cuando intentaba disfrazarse de hotel normal.

EL VIAJE 2. Africa quedaba arriba!

Jordi murió desde ayer, y hablo ahora en argentino, aclaro.
Es decir, que no murió de verdad, desmayó, tampoco de verdad, obvio. En español de españa: cayó enfermo.

Nunca sabremos bien si fue de tanto comer, o de poco dormir, porque mientras yo precisaba horas adicionales de sueño cada mañana, él se levantaba temprano como un deportista.
O si fue la insolación en la Plaza de la Medina de Meknes, que a mí apenas comenzó a devolverme mi color original.

Pero volviendo al tema, para conseguir despegar hacia Casablanca, y si, despegar porque el maldito avión en vez de salir a las 12.10hs de Barcelona, terminó despegando a las 22.30hs de Madrid.

Nos taparon la boca con tickets de comida que fuimos truchando y multiplicando y al atravesar el anhelado pasillo-manga (hoy me entero que los catalanes haciéndose por una única vez los anglo parlantes llaman “finger”) que nos llevaría al fin a Casá (como dicen los lugareños) lo hacíamos caminando rengos, torcidos, de tanto intentar sin éxito dormir en las sillas del aeropuerto que no permiten levantar el posa brazos.
O sea, dormimos en eses, como serpientes .

Y con el estómago lleno nos acomodamos supuestamente alegres en butacas “business class”. Estábamos saliendo rumbo a áfrica cuando nos pusieron el mantelito blanco y llegó el paté de foie con quesos y postres. Nos miramos con desconsuelo. Acabábamos de cenar con los tickets gratis con los que Air Marroc trataba de taparnos la boca. A los diez minutos, después de que Jordi vorazmente devoró mi paté y el suyo, le anuncio que ahora viene la comida. Aunque nos dolía la panza y con los asientos anchos de una business que prometía consolarnos, aunque fuera con mil horas de retraso, deglutimos todo como trogloditas después de un ayuno.

Lo genial fue cuando empezaron a poner el mapa al revés!
Si, la pantalla que teníamos justo enfrente, de pronto se invertía y Europa, minúscula, quedaba abajo y África, interminable, pasaba arriba.

Al salir, en esos pasillos de casamiento que se forman al llegar a una ciudad, había mucha gente esperando. – Y, será por las fechas. – Cantinela escuchada hasta el cansancio de la boca de la pesada de Toya, como si no supiéramos que es diciembre, ni el día, ni que era navidad, nada de nada.

Abstinencia calendaria total se suponía que era la nuestra!.

Ella, cuando repetía infinitamente, - Es que en estas fechas….bla bla bla bla….- Como si no viviéramos en este planeta, como si fuéramos medios etés! Como si quisiéramos viajar a fin de diciembre por puro capricho, para pagar más, para hinchar las pelotas, porque sí, para rodearnos de turistas por gusto nomás. Hay que joderse y escuchar la boludez de las fechas, cuántas veces???
Toya, me rompiste tanto los huevos con la frasecita de las fechas…! (”ovarios, nena”, diría mi madre) , que te tuviste que meter el viaje y las putas cenas del transatlántic en el horto, Toya! Si, nos comimos los pasajes esos chotos con Air Marroc y sus larguísimos retrasos, pero la cantinela de las fechas, culpabilizándonos encima por elegir tan horrible momento para viajar, o ….con tus palabras…-mandarnos de viaje- …

Esa, Toya, ni aunque me ofrezcas diez mil cafés y no sé cuántas cenas, esa, no te la escucho repetir de nuevo ni por putas!

Al terminar el pasillo de gente, empiezo a registrar el sentimiento de un lugar muy lejano y muy cercano que se me mete adentro. Supongo que le pasará a todo el mundo cuando llega a un país raro.

Lo primero, los hombres te re miran y todos son una mezcla de la cara de tu bisabuelo, ese que mi vieja dice que es igual a mí, o yo igual a él pero sin bigote. Bueno, los tipos oscilan entre el bisabuelo asturiano (que debería haber tenido un padre o abuelo con raíces marroquíes, seguro!) y mis salvajes compañeritos del colegio primario, mezcla de indios, tanos, mestizos, árabes.

Daban la combinación de morbo perfecta que encajaba en los ojos característicos de los señores marroquíes del pasillo del aeropuerto de Casablanca.

EL VIAJE 3. Un fenómeno Nafertiti.

Ahora, lo alucinante fue la escena con, como decidí llamarla, Nafertiti.

El nombre no encajaba con el contexto, pero el nombre real, que después averigüé, en realidad, tampoco. Asi que le quedó, Nafertiti.

Nos dejó lisitos lisitos, sedados, colorados, sí , y también medio tarados, Nafertiti.

Entramos en un lugar que ni chicha ni limonada, o sea que el sitio no decía nada, era como una peluquería chiquita con una puerta de vidrio opaca, que en su momento no abrí.

Nafertiti nos hablaba medio en francés, medio en señas y nos dice que nos desvistamos señalándonos dónde hacerlo. Con Jordi miramos dudosos, y vuelvo con ella para tratar de aclarar si había que sacarse todo. Parece que no. Con calzones ya valía. Al venir a buscarnos, y otra vez con señas, me dice que me saque la bombacha y tratamos de preguntarle si valía la pena que Jordi se ponga su bañador pero nos miró casi con desprecio, o mejor con un – casi que no- .

Entramos a un especie de baño grande con bancos de mármol caliente y piletas decoradas con canillas con cara de león que escupían agua a lo bestia. Nafertiti nos ordenó sentarnos en unas alfombritas de goma turquesas, de esas que se usan para que los viejos no se resbalen en las bañeras. Horrible. Y ahí mismo empezó la onda Hammam que aparentemente consistía en que, lisa y llanamente, nos cagué a baldazos. Por suerte el agua estaba caliente, después tibia, temía que al tercer baldazo toque la fría y cuando menos te lo esperás, va!, la helada! , que te deja petrificada, pero eso si, dicen que hace re bien! Pues, la hora entera con Nafertiti fue surrealista. Una mezcla de placer masoquista con menaje a troi oficial.

Primero me baldeó a mi, luego a Jordi, que con sus calzones que pasaban de blancos a transparentes estaba…que no veas!

Después de tantas cenas gratis nos habíamos vuelto gordos, lordósicos, pero por suerte aún seguíamos siendo algo esbeltos. Nafertiti seguía seria, sin gesto, como una geisha concentrada con el otro cliente apurando desde afuera.

Después de los baldazos, vino algo alucinante, me entró a enjabonar toda, tetas, incluidas, con Jordi al lado. Todo, como si nada.

Todavía me duelen como melones a punto de reventar. Ya las tenía duras, pinchudas, porque tocaba la fecha, pero no pensé que a Nafertiti le diera lo mismo una teta que un brazo! Pues parece que sí, porque después de enjabonar a Jordi, va y le dice que se siente en otro lado y a mí me ordena que me acueste. Cada vez con más señas porque el chorro del cara de león era fortísimo.

Ahí fue cuando descubrí que el peelíng, (acentuado al final como francés hablando inglés) era una tortura peor que la depilación. Un erizo usado como esponja y vos ahí abajo!. La primera pierna , horrible, y la segunda, bueno, ya te aguantás. Boca arriba, abajo, el erizo o puerco espín, solo se amenizaba con una mano normal que pasaba de vez en cuando. Y dale con el baldazo otra vez! Cada vez más caliente. Por regla de tres, para el congelado no faltaría mucho. Ahí me quedé como momia egipcia cuando a Jordi le tocaba pasar a los pinchos.

Nafertiti seguía seria metiendo sus manos por dentro del calzón del Jordi y ahí justo abrí los ojos suplicando que no se le pare. Te imaginás que papelón! Empecé a mirar a Nafertiti y no se le notaba ni la bombacha, a pesar de llevar pantalón y musculosa blanca, bastante no, re-mojados. Tenía los brazos medio fofos, y ahí comparé, no vaya a ser cosa que mi gordura haya invadido mis extremidades! Y descubrí que los míos , además de más negros , eran más flacos.
La tortura pinchuda continuó cuando Nafertiti se apareció con un banquito blanco con cinco ruedas y me obligó a sentarme ahí, destruyendo las células de mi cuero cabelludo. Que si llegaba a tener caspa, la furia de Nafertiti la fusilaba. Pero ella no expresaba ni rabia, ni ternura, ni odio, ni amor. Ella era neutra, máscara neutra, digamos. No sabe no contesta, diría en una encuesta.
Me entregó entonces una esponja con forma de rosa color crema, esas esponjas raras que no absorben, que seguro inventaron los franceses que aman las esponjas que no son esponjas.
Y me la pasó por mi cuerpo y luego me la dejó para que yo siga, y sólo ahí esbozó un semi sonrisa Nafertiti, mientras torturaba la cabeza del Jordi.

Mirándolo bien, el Jordi sí que tenía pelo, bastante, pero no tanto como el andaluz de granada, ni mucho menos como el Chino.
El Chino es uno de esos argentinos con orígen español que de solo mirarlo ya te da calor.Es que el Chino era directamente un mono, un hombre alfombra, un neandertal que te empujaba hacia los lampiños sin dudarlo.

O sea, que después de haber siquiera conocido de lejos esos especímenes argentinos en que los pelos se les escapan de las mangas y del cuello, deslizándose por cualquier superficie con piel…Después de eso, me declaré partidaria de los lampiños.

Pero el representante máximo de los lampiños, el más bello, rubio, un elfo…Resulta que se llamaba, y lo juro, lo perjuro, aunque no pueda, no deba, no crea, te prometo que se llamaba Pablito Cabello. Con bucles largos, rubios, que absorbían con encanto la crema desenredante brotando de mis propias manos…

Pero Jordi, más real, más cercano, estaba debatiéndose entre los monos y los elfos. En realidad , ni uno , ni el otro, hay que decirlo. Él tenía su elegancia natural, aún con el calzón bajado hasta la raya del culo por Nafertiti que seguía lanzando cubos calientes, tibios, más calientes, y ya está.

Quedamos como dos momias despellejadas.

Él hablaba, o lo intentaba, pero el chorro era tan fuerte, que su acento sonaba incomprensible como la primera lección de catalán "nivel A" , donde crees que entendiste un portugués con acento japonés, y aparecen vocales gruesas, bañadas en consonantes que sonaban a …Soroll ....( que significa ruido , en catalán) . Pero, él , trataba nomás de decir que la piel esa negra, caída, era el resultado del trabajo de la chica. Pero así como no podía oír por el chorro, tampoco podía ver bien porque a estos sitios no se entra con gafas, no? Sólo veía cubos azules y azulejos verdes, poco más.

Y a Nafertiti, claro.
Al salir le digo al Jordi: -Sabés cómo se llama la chica?- Cara de interrogante y lanza…-
- Cómo? .
- Nafertiti, le digo.
- Nasfertiti, será, dice él.
- No, Nafertiti, tal cual, - le aseguro.

Me miró, dudó y me dijo:

- Vos te inventás cada cosa, eso quién te lo va a creer?

Resulta que en un momento de intimidad, ella, atándome las zapatillas, me confesó que se llamaba Hanuman, y yo, que era Argentina, mientras esperábamos a que él traiga el dinero del segundo piso y que ella, con una sonrisa termine lentamente de vestirme